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Esta era nuestra última ronda, ya habíamos empatado dejando el marcador dos y dos, esta era la decisiva. Según el maldito dijo que me había dejado ganar pero yo tengo mis dudas al respecto. Antes de empezar a jugar me dieron la oportunidad de revisar las reglas y la función de cada botón, así que dudo MUCHO que me haya dejado ganar.
Yo no quiero a Satoru de esclavo, de por si no me lo puedo quitar de encima con esto menos.
Presione y presione botones ignorando el apoyo de mis amigos, necesitaba olvidar la existencia de todos y concentrarme en esto o de lo contrario me suicidaría. He descubierto que Satoru es como es no porque realmente tenga malas intenciones, en ese aspecto es ridículamente inocente, él piensa que nos hace felices a todos y cree que solo fingimos que nos molesta.
Que equivocado está, hasta yo lo entiendo.
Su personaje lanzó un poder contra el mío robándole casi el quince por ciento de su vida.
Esto no va bien. No va bien.
Lance una combinación y la vida de su personaje disminuyó considerablemente.
Reiteró, esto va mal, muy pero muy mal.
—¿Ultimas palabras, cariño?
No, no, no, no, no, no, no, ¡no!
Ambos personajes lanzaron un combo al mismo tiempo y... y todo el local se apagó.
¿Qué?
Mire a mi alrededor y por inercia sujete el brazo de alguien asegurándome de que era una broma. Escuchamos varios gritos de jugadores que habían perdido su dinero o que estaban a punto de ganar y cientos de quejas. Definitivamente ocurrió un apagón en este lugar justo cuando estaba por perder.
Dios que suerte.
El lugar estaba completamente oscuro ya que no habían ventanas, de por si era un lugar con poca iluminación ahora con el apagón... no se veía absolutamente nada.
—Vayamos a cenar a otro lado, la comida de aquí no es buena.
—Sigan a Satoru, que nos lleve a la salida en lo que regresa la luz.
Sin soltar el brazo de la persona me puse de pie y caminé tras de ella, quiero creer que rodeamos la máquina para juntarnos con el albino, aunque insisto en que todo estaba muy oscuro. Podría usar un poco de energía para crear luz pero las personas me verían raro.
Yo solo se que camine y camine y que entre tantos gritos y ruidos no percibí la voz de mis amigos, pasaron algunos minutos y algo aquí no encajo.
¿Por qué estamos caminando tanto? La salida no estaba muy lejos.
—¿Nos perdimos?
—Creo que si.
Hundí las cejas confundida y alce la mirada. Esa voz no era de Suguru, ni de Satoru, mucho menos de Nanami ni de Haibara.