day 1 ; primer beso !

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La jornada de trabajo de aquél día había sido extremadamente larga, por alguna razón que desconocía totalmente, ambos pueblos habían decidido comprar en su local como si fuese el único lugar de comida que hubiese en el lugar.

Hasta ese momento no se había dado cuenta de lo tan importante que era tener personal; solamente contaba con él mismo y... nadie. Ni siquiera había ido aquél castaño con buzo de gato como para pedirle algo de ayuda disimulada, algo que realmente le pareció aún más extraño que lo anterior.

Estaba cansado y aquello se notaba en su mirada y sus orejas, las cuales mantenía bajas sin ganas de estar realmente atento a lo que sucedía a su alrededor; de la nada todo se volvió en una fiesta fuera de su local.

Suspiró mientras secaba sus manos, caminando a paso lento hacia las escaleras que lo llevarían hasta su oficina. Ansiaba descansar al menos un par de minutos antes de que a la gente de todo el pueblo se le ocurriera volver a pedir otra orden para cuarenta, y es que ni siquiera se había podido sentar a respirar un puto segundo en las dos horas que estuvieron todos dentro del lugar.

Se dejó caer en su silla apenas llegó a ella, observando a su hermoso gato blanco caminar por la habitación y yendo hacia él con un paso tan elegante como él. Sonrió ligeramente ante esto y acarició su brillante pelaje.

Su cansada mirada se fijó por varios segundos en las orejas del felino, haciéndole ver por momentos en colores azules y castaños; al parecer debía dormir.

Tomó al gato entre sus brazos y lo acomodó en su pecho, reclinándose en la silla, dispuesto a echarse una muy buena siesta de al menos una hora.

Lo logró luego de literalmente un par de segundos pero, apenas iba entrando en el quinto sueño, fuertes golpes en una puerta de metal cercana y gritos le despertaron de golpe. Un gruñido se escapó de su garganta y sus orejas se removieron molestas mientras dejaba al felino a un lado y se levantaba de su cómodo lugar con apenas ganas.

Caminó lentamente, bostezando cada dos segundos, hasta que dio con el lugar proveniente de los ruidos, y de paso el causante de ellos; sus ojos se abrieron brillando levemente, algo que no se dejó ver del todo debido a los lentes de sol que traía puestos, mas no fue la misma suerte al reaccionar con sus peludas orejas de oso, las cuales se elevaron, alegres.

Detrás de la puerta se encontraba aquél chico que tanto le extraña no habría ido.

— ¿Quién?

— ¿Cómo que quién, pelotudo? — el azabache observó los verdes ojos del chico al otro lado de la puerta; estaban algo rojos, hinchados y lagrimosos. Se preocupó al instante, aunque intentó no demostrarlo mucho.

— ¿Qué pasa? — el castaño entró al lugar tan pronto como el menor le abrió la puerta, buscando un lugar cómodo y recostándose allí, como si estuviese en su propia casa. En parte al oso no le importaba, lo había hecho un millón de veces y ya estaba totalmente acostumbrado; de vez en cuando hasta se acomodaban a echarse una siesta juntos.

— Nada, me estoy recagando de sueño. Me agarraron afuera cuando venía para acá hace como hora y media y no me soltaron más. — así que sí había venido.

El azabache se sentó a su lado, dándole paso a que se apoyara contra sí; todo su cuerpo comenzó a arder como le llevaba ocurriendo durante un tiempo, algo que no llegaba a comprender.

— ¿Y vos? Tenés una cara de orto... — se quedó viendo al castaño, el cual ya le observaba fijamente desde hace bastante rato. Olvidaba que era totalmente transparente con él sin darse ni un poquito de cuenta.

— Dos horas trabajando para ellos. Solo. — el castaño rió. Una risa que podía oír absolutamente todos los días y aún así la quería oír muchísimo más. — ¿Qué te reís Carrera? ¿Querés que te de razones de verdad para que lo hagas?

; 𝘩𝘢𝘱𝘱𝘺𝘣𝘦𝘢𝘳 𝘸𝘦𝘦𝘬 !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora