Ambos pequeños corrían de un lado a otro, saltaban, gritaban, bailaban, pateaban cada pequeña piedra que viesen en su camino, cantaban cada canción que se les venía a la mente, hablaban con cada señora de tercera edad que pasaba por su lado o que se encontraba sentada en una banca, amablemente y siendo pacientes con ellas.
Todo aquello de la mano del otro, sin soltarse en ningún momento.
— Que lindas son tus orejitas, Spreen. — la aguda voz del castaño resonó entre las pequeñas paredes del juego en el que se encontraban, sentados uno al frente del otro.
— Mi vecina dice que son raras.
— Tu vecina es una estúpida. — el niño alzó sus pequeñas manos para acariciar las suaves orejas de oso que tenía su amigo, haciendo a este agachar su cabeza levemente para que las alcanzara de mejor manera.
No le agradaba del todo la sensación, pero cuando lo hacía él no le daba el corazón para decirle que no. Era su único amigo y le gustaba hacerlo feliz.
Estuvieron un rato en ese lugar escondidos hablando y riendo, hasta que dio la hora de volver a casa. Ambos se deslizaron por el tobogán que tenían frente a ellos, primero el azabache y luego el castaño, el cual, por desgracia, frenó la bajada con sus rodillas, raspándose ambas.
El pequeño lloró tan pronto como sintió el ardor en estas y el azabache se acercó rápidamente a verlo; había sangre en las dos, la cual recorría toda su pierna.
— Me duele mucho. — anunció el castaño entre el llanto. Su contrario intentó levantarlo con mucho cuidado y lo llevó hasta una banca; el niño apenas podía mantenerse de pie. Spreen hizo una mueca, intentando buscar una solución a eso sin meter entremedio a sus padres y dejar solo a su amigo en ese estado.
— Bien, tengo una idea. — hizo que se parara sobre la banca como pudiera y se afirmara de sus hombros en el pequeño lapso en que se volteaba hacia la misma dirección que él. Entonces se sujetó de su cuello al momento en que el azabache hizo un pequeño asiento con sus manos en su espalda para poder llevarlo em ella.
Así mismo, emprendieron su viaje de vuelta a casa del menor, uno largo y cansado para ambos; para el azabache al ser tan pequeño y tener que cargar con su amigo, y para el castaño de tanto llanto por el dolor que sentía en sus pequeñas piernas.
En realidad fue apenas una cuadra de caminata, pero se les hizo eterno.
Cuando llegaron, la madre del azabache les recibió y rápidamente buscó algo para curar al felino, a quien llevó Spreen hasta la sala y lo sentó cuidadosamente en un sillón.
Luego de una larga sesión de llanto, gritos y más, el azabache llenó de mimos al castaño hasta que este se durmió entre sus brazos, cosa que se contagió con él. Pronto ambos niños estaban en un sueño profundo, bajo una manta cálida pero liviana, abrazados y cómodos; juntos, uno al lado del otro, como siempre.
☆
![](https://img.wattpad.com/cover/351610510-288-k850369.jpg)
ESTÁS LEYENDO
; 𝘩𝘢𝘱𝘱𝘺𝘣𝘦𝘢𝘳 𝘸𝘦𝘦𝘬 !
Fanfiction; happybear week ! Dinámica creada por @cchappybear en twitter <3 (si no mal recuerdo ajsbdm)