day 2 ; headcanon !

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Ninguno de los dos solía beber, muchísimo menos entre semana en días de trabajo; se les hacía completamente pesado el día siguiente, sobretodo al castaño que, hace un par de meses, había sido considerado para trabajar definitivamente en el local y era a quien le tocaba limpiar, lavar y cocinar todo desde muy temprano mientras que el azabache hacía otro tipos de trabajos fuera del lugar.

Pero aquella noche era una que ameritaba la ocasión; realmente no sabían qué celebraban, pero el felino había llegado de la nada con un par de botellas y copas a la cocina del local como si nada y no había podido negarse.

Se le hizo muy tierna la manera en que le sonreía y hablaba estando borracho; era como un pequeño niño caprichoso, pero no de esos que te sacaban de quicio, sino de aquellos que te daban ganas de agarrarlos, llevarlos a su tienda favorita y darles absolutamente todo lo que te pidieran al pie de la letra por más caro y ambicioso que fuese.

Carrera era ese tipo de debilidad en él, y mucho más en ese estado.

— Eu, ¿de casualidad, vos lindo, tenés novio? 

El castaño se encontraba apoyado al otro del mostrador, con la capucha —que normalmente traía puesta— abajo, mostrando sus felinas orejas que, al parecer, absolutamente nadie más que él había visto. Sabía que tenía una linda vista desde dentro de la cocina y no pensaba desperdiciarla; la luz de esta iluminaba magestuosamente el rostro del mayor y resaltaba sus verdes ojos, haciéndolo brillar más de la cuenta.

— Sí, sí tengo. ¿Por qué la pregunta? 

— Naah. — sabía que aquella queja llegaría más lejos de lo que planeaba, pero de todas formas dejó que fuese. Quería ver hasta dónde llegaba. — ¿Quién es ese pelotudo? Yo puedo ser mejor.

El tropezón en su voz le causaba risa y ternura, era la única razón por la que se mantenía bebiendo de poco en poco y totalmente sobrio; quería admirar al castaño en cada faceta de su ebriedad.

— No sé. Pero anda por aquí, si querés te lo puedo presentar.

— ¡SISISI! — el entusiasmo repentino del chico le hizo dar un pequeño salto, retrocediendo levemente del mueble con su copa en mano. Le sonrió al chico, quien se servía un poco más luego de haberse bebido todo lo que quedaba en la suya —la mitad, más o menos—.

— Dale, seguime. — dejó el vaso sobre la superficie, agarrando el del chico y repitiendo la acción. Este no reclamó, mucho menos cuando el azabache sujetó su mano y le guió hasta una puerta.

— Pará, ¿no creés que es muy desubicado sabiendo que tu pareja anda por aquí? Digo, claro, soy tremendo partido, pero es muy desubicado. — el menor rió y se limitó a adentrarle al cuarto que estas escondían detrás.

Se trataba del único baño con el que contaba el local; la gran pared justo al frente con un gran espejo que los reflejaba a ambos en la entrada.

— ¿Vamos a coger en los baños? — Carrera volteó hasta el chico, totalmente intrigado sobre lo que pasaría próximamente en aquél lugar.

— ¿A coger...? No, boludito. ¿No querías ver a mi novio? — el castaño asintió, entonces volvió hacia el espejo, sin entender nada. Spreen le sujetó de los hombros, posicionándolo frente a él, y sonrió ligeramente.

Se podía distinguir fácilmente la gran diferencia de alturas entre ambos, y aquél era un pequeño detalle que adoraba; el mayor tenía la posibilidad de descansar en su pecho cuando se le diese la gana y él podía abrazarlo por los hombros y protegerlo como le gustaba hacerlo.

— ¿Qué se supone que tengo que ver? Ya sé que soy más bajito que vos, Torre Eifel.

— A vos.

— ¿A mí? ¿Qué tengo? — el azabache suspiró cuando el castaño se soltó de su suave agarre y avanzó hasta quedar casi pegado al espejo, revisando absolutamente todo su rostro.

— Tenés cara de ser mi novio, pelotudo. — Carrera volteó rápidamente hacia el más alto, totalmente sorprendido ante aquellas palabras.

— ¿Y tu otra pareja?

— No hay otra pareja; siempre has sido vos y solamente vos.

Dicho esto, se acercó hasta el más bajo, lo suficiente como para que este quedara totalmente paralizado. Al azabache le daba cierta gracia la manera en que llegaba a reaccionar en ese estado.

— ¿Sabías que sos muy lindo? — el oso rió ante las palabras del felino y le abrazó, sin ninguna otra intención más que tener un lindo momento con su pareja.

De vez en cuando, de las pocas veces que bebían, Carrera se emborrachaba hasta el punto en que le gustaba coquetear inocentemente con Spreen, sin estar del todo consciente de que era su pareja.

; 𝘩𝘢𝘱𝘱𝘺𝘣𝘦𝘢𝘳 𝘸𝘦𝘦𝘬 !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora