Capítulo 9༄

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Severus sabía a chocolate y un toque de vino, sus labios seguros, su lengua jugueteando contra la de ella. No debería estar besándole. Ese pensamiento le daba vueltas en la cabeza, atrapado y retorcido. Besar era afecto, pero ellos nunca lo tendrían. Sin embargo, no podía negar algo tan... sensual.

Su calor, su atormentador aroma, extrañamente herbáceo mezclado con sándalo, y el sedoso roce de su pelo contra su mejilla le habían acelerado el pulso.

Una mano grande la rodeó por la cintura y se deslizó por debajo de la falda para acariciarle la parte baja de la espalda, acercándola a la delgada fuerza de su cuerpo. Ella se acercó de buena gana, profundizando el beso. Gimió mientras se apretaba contra él, olvidando la caja que se le escapaba de las manos. Se agarró a su túnica y se levantó, desesperada por saber más de él.

"¿Qué necesitas, pequeña?".

El aliento de él le quemaba los labios húmedos. Palabras fundidas que encendieron el deseo en su carne. Le dolía el pecho al ver que no podía respirar. Le sostuvo la oscura mirada. "Tú". Fue casi un estrangulamiento. "Tú, Severus".

Él gruñó y ella se encontró con su boca, el beso feroz, carnal. La tendría allí. Tomaría su virginidad en el suelo ante el fuego y a ella no le importaba. Lo quería sobre ella, dentro de ella. Piel y manos y bocas...

"¿Severus?"

Hermione se soltó de él enterró la cara escaldada contra su pecho. Alguien los había visto. Y se habían escandalizado por aquel tono de voz. Se arrugó al pensarlo. Sí, estaban casados, pero aun así, él era el Director y ella una alumna que regresaba. Y si hubieran llegado más tarde, podría haber sido mucho peor.

Sus dedos se enroscaron en su pelo suelto y la estrechó contra sí. "Gwendolyn". La voz de Severus era tranquila pero fría. "Deberías esperar a ser invitada a mis habitaciones privadas".

"Traje el tratado que mencioné". Su voz era insegura, pero aun así Hermione no pudo levantar la vista. "Severus, ¿es ella...?".

Había algo en la voz de la Jefe de Slytherin. Algo como... desagrado. Puso hierro en la espina dorsal de Hermione y se retiró del escudo protector del cuerpo de Severus. Fijó una sonrisa en su rostro y descubrió que la alta profesora la miraba con el ceño fruncido. La mirada de Gwendolyn se movió rápidamente por su despeinado uniforme y Hermione alzó la barbilla, impávida. Se enfrentaría al disgusto de cualquiera antes de renunciar a besar a su marido.

"Buenas noches, profesora." Ella asintió y su sonrisa era dulcemente afilada. "Soy Hermione Snape, la esposa del director".

Gwendolyn parpadeó. Dos veces. "¿Esposa?" Miró de Hermione a Severus. "¿Esposa?" Volvió a fruncir el ceño. "La Ley del Matrimonio. ¿Te ha atrapado, Severus?".

"Como ves." Su mano rozó el hombro de Hermione y el simple gesto de apoyo la calentó por dentro.

"Pero es una estudiante".

"Hermione Snape vuelve a un curso acelerado para presentarse al NEWTS. Al comienzo del trimestre de primavera, será de hecho una aprendiz."

"Ella no se parece en nada a..."

"Gwendolyn." La astilla de hielo que cortaba su nombre hizo que un escalofrío recorriera la sangre de Hermione. La profesora palideció. "Mi matrimonio no está abierto a más debates ni comentarios. ¿Me has entendido?"

La jefa de Slytherin asintió y su rostro se transformó en una máscara más pensativa. ¿Qué había leído Gwendolyn en sus palabras que ella no pudiera ver? Malditos slytherins.

"Hermione." Su voz convirtió su nombre en terciopelo oscuro. "Te recogeré a las ocho y media. Quiero presentarte formalmente al personal".

Le cogió la mano, le apretó los dedos y le estampó un beso en los nudillos, con su mirada de obsidiana clavada en ella. Hermione dejó de respirar ante el breve destello de hambre que calentaba sus ojos. Aquel hombre la superaba por completo. Que no era ella. Era rápida, aguda. Sacó su cerebro de su sopa hormonal y le dedicó una sonrisa reservada. "Estaré esperando, Severus."

𝚂𝚘𝚖𝚋𝚛𝚊𝚜 𝙸𝚗𝚘𝚌𝚎𝚗𝚝𝚎𝚜 (𝚂𝚎𝚟𝚖𝚒𝚘𝚗𝚎)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora