Capítulo 2: El reencuentro

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   (POV-Luz)

                Ainhoa me soltó bruscamente. Después, otra mano me cogió con fuerza del brazo y me impulsó a caminar. -No se quede atrás señorita Lasierra- De nuevo, Menchu a mi lado sujetándome del brazo y mirándome con extrañeza en los ojos.

            - ¿Está usted bien? Es que la veo pálida.

            -Sí, sí, todo bien, será la calefacción, supongo que no me sientan muy bien los cambios bruscos de temperatura- me aclare la garganta un par de veces.

             -Anda fíjate tú, como mi primo Arsenio, en un cambio de temperatura de esos, le dio un ictus, el pobrecico mío, para vestir santos se ha quedao- santiguándose con cara de pena- Ojo, ojo, eh no quiere decir que a ti te pase lo mismo, pero cuidao Luz, cuidao.

               -Lo siento mucho, sí, llevaré cuidado- le afirmé de forma categórica. Mientras hablábamos cruzamos un portón enorme de madera que daba paso a un jardín botánico con gran diversidad de especies vegetales, a lo lejos, justamente en el fondo ya casi fuera de este majestuoso lugar, podía divisar una silueta de mujer vestida de negro con la melena rojiza rodeada de varias personas más. Sin duda, era aquella que me dejaba sin palabras y sin el control de mi cuerpo. Una sensación que tenía miedo de empezar a sentirla cómodamente. Nos detuvimos justamente en el centro.

     

                -Que bonito lugar, ¿verdad? Se huele a vida - me miró Menchu sonriendo mientras respiraba profundamente- menos para los alérgicos, que huelen a muerte, los pobrecicos míos, ¿No serás tú alérgica no?

                -No, que yo sepa no - le devolví la sonrisa que me había regalado anteriormente.

                -Bueno, mientras Ainhoa recoge el pedido- mirando la información que había recibido de la entrega en el móvil- vamos nosotras a preparar la sala- asentí con la cabeza y la seguí.

              Caminamos hacia una habitación abovedada que no estaba muy lejos del jardín, las paredes estaban llenas de cuadros victorianos, mis ojos recorrían diferentes vitrinas con todo tipo de colgantes de alguna época pasada, de la que ya nadie se acuerda, dando la sensación de que si se colaba la mínima ráfaga de viento en aquellas cajas de cristales podría convertirlo todo a cenizas. Cruzamos a otra sala, más pequeña, más íntima, con las paredes en un papel grisáceo oscuro, sin nada que visualizar, vacía, parecía que llevaba tiempo cerrada u olvidada. La sensación era de llevar años sin ser pisada y ahora nuestros pasos resonaban en el suelo de madera vieja, recordando el tiempo que estaba solitaria. Mientras mi mente analizaba y observaba, Menchu avanzó hacia una puerta con colores desteñidos por el tiempo.

               - ¿Dónde está? - Menchu miraba hacia todos lados buscando encontrar aquello que parecía perdido - ¡Aquí está! -señaló hacia un raído tapiz antiguo dentro de una vitrina encima de un pedestal para un solo objeto - Ven Luz, no te quedes ahí parada y ayúdame a moverlo para el centro.

               - ¿Esto no lo tiene que colocar los de mantenimiento? - le dije entre jadeos de esfuerzos.

              -Sí, pero en el turno de noche somos pocos y ellos ahora mismo estarán haciendo otra cosa- me dijo mientras colocábamos la vitrina en el centro de la sala- pluriempleados somos en la nocturnidad -me dijo sonriendo como si le encantase hacer cualquier cosa menos su propia especialidad.

              -Pues espero que paguen bien- dije en modo de ironía.

               -Já, pagar pagan, pero no esperes gran cosa. Pásame ese maletín de allí- señaló a la puerta de donde había sacado el pedestal.

Nunca apagues la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora