Capítulo 4: Excitante casualidad

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(POV-Luz)

<<¿Ainhoa? No, no puede ser verdad>> . Bajé mis ojos y me concentré en el agua que caía del grifo, inhalando hondo mientras apoyaba mis dos brazos en el mármol. Una oleada fuertemente de vergüenza se había posado en mi cara. No podría contemplarla después de haber tenido ese extraño sueño sexual.

-Anda tu también estás aquí Ainhoa- dijo medio sorprendida Menchu mientras la pelirroja se acercaba al lavabo- reunión de chicas, que bien- se frotó las manos sonriente.

-¿No tienes trabajo que hacer?- la jefa le preguntó con un tono de seriedad excesivo, dando la impresión de que la presencia de Menchu la incomodaba.

-Bueno sí, pero he venido para a ver cómo estaba Luz- dijo mientras se peinaba en el espejo.

-¿No la ves que está bien?- la pelirroja le respondió con otra pregunta de manera desagradable y al mismo tiempo apuntándome con su mano y brazo izquierda.

-Claro, después de estar ahí descargando veinte minutos sin parar- empezó a reírse a carcajadas mirándome cómplice de que le respondiera.

-Lo he pasado fatal, pero ya estoy bien, tampoco hace falta que recordemos el tiempo- le devolví una leve sonrisa a la vez que levantaba mis cejas e inclinaba la cabeza hacia ella.

-Tranquila mujer, aquí nos tomamos el humor de buena manera. ¿A que sí jefa?- Le dio un golpe con el codo a la pelirroja para aliviar su tensión y ésta la observó con una mirada que parecía que quería atacarla sin piedad.

-No me mires así y menos sin pintura en los labios- le dijo Menchu ofreciéndole el pintalabios a la vez que solicitaba que se lo pusieran en la boca.- que no te puedo tomar en serio como jefa. Es que, de verdad hijas que, que, poco os ha durado a las dos el vuestro, el mío, del chino, de un euro, y mirad lo bueno que me ha salido- Ainhoa lo cogió intentando sonreírle,
brevemente miró mis labios y luego se volteó hacia el espejo para ponerse el labial. Al oírla, me acaricié con las puntas de los dedos y volví la vista para verificar si era cierto. Sí, en efecto, carecía de tonalidad.

¿Cómo? También se me había ido la pintura que pensaba que era permanente. Otra señal más, Ainhoa y yo con los labios destrozados sin pintar. ¿No había sido un sueño? Cada vez me sumergía más en la incertidumbre. Pero intentaba ser racional.

-Pues el mío pensaba que era bueno, déjamelo entonces Menchu- le expresé en la corta distancia que nos separaba, esperando que ninguna notara mi desconcierto. Mientras tanto, Ainhoa me lo entregaba con una mirada penetrante y una sonrisa que denotaba complicidad, como si fuéramos dos individuos que comparten un secreto en común. ¿Habría tenido alguna posibilidad ella de saber algo? No, por supuesto que no, es muy probable que haya ingresado en algún momento mientras estaba dormida al baño y todo es simplemente una casualidad. Consecuencias de los eventos de la vida. Lo único que era completamente cierto en toda esta confusión interna, era que mi mente había concebido algo inapropiado durante veinte minutos, veinte minutos asombrosos.

-¿Todavía tienes la mancha?- la pelirroja me hizo una pregunta con una expresión irónica en su rostro mientras levantaba ligeramente mi camisa y la apartaba de mí. La miró y seguidamente subió la mirada hacia mis ojos. Sentí un nudo en la garganta y contuve mi respiración. Mis piernas comenzaron a temblar. <<¿Estaba pasando de nuevo?>> <<¿Mi sueño se estaba volviendo realidad en momentos diferentes dentro de un mismo espacio y tiempo?>> Pero <<¿qué clase de pensamiento descabellado estoy teniendo?>>

-¿Todavía? Anda, anda, y déjame que te ayude a quitarla mujer- dijo Menchu apartando con su manos a Ainhoa de mi lado. Está nos mandó una mirada enfurecida.

Nunca apagues la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora