Capítulo 3
«Necesito que vengas a la casa, lleva vestido y maquillaje. Bryan pasará por ti a las 7:30» — Anthony Clayton.
Recibí el mensaje de mi padre antes del mediodía cuando apenas comenzaba mis tareas, tan solo leerlo pude sentir mi vientre contraer y el deseo de vomitar ser inminente. Intento seguir con mi trabajo ignorando la sensación que me acompaña el resto de la jornada, y me plantó una sonrisa falsa para no preocupar a Cherry.
Trabajamos en el club exótico de mi padre en Downtown que recibe diariamente consumidores fieles y turistas. Es el único lugar al que puedo escapar cuando no estoy en casa recibiendo la sentencia de muerte que inflige mi padre sobre mi. Comencé a trabajar cuando terminé la escuela y expresé mi ansioso deseo por ir a la universidad, algo que para mi padre fue un rotundo no.
Para Anthony Clayton no había nadie más que pudiera ir a la universidad más que su princesa amada, Avery.
Luego de ilusionarme, un día me trajo al club y me explicó que este sería el lugar donde adquirir mi disciplina universitaria. Donde conocería lo que era joderse por tener dinero. Donde dejaría de ser una niña para convertirme en una mujer, como muchas de las mujeres que trabajan en ese lugar.
Era una oportunidad para demostrarle que podía enorgullecer a su familia.
Cherry llegó al club poco después, tras haber conseguido un espacio tras la barra preparando los mejores tragos y coqueteando con cada cliente para obtener las mejores propinas.
Cuando mi turno finalmente acaba, recibo otro mensaje, esta vez proveniente de Bryan diciéndome que me esperaba en el estacionamiento del Club. Antes de salir, me aseguro de pasar por los vestidores de las bailarinas y pedirle a Candy, la jefa de las bailarinas, un vestido apropiado para una cena en la casa de Clayton.
—Podrías huir de esta vida, Costa — escuchó a Candy decirme. Se encuentra detrás de mí viéndome a través del espejo en el que admiro mi cuerpo en aquel vestido con estampados de tigre —. Eres joven, fácilmente podrías comenzar tu vida desde cero, lejos de esta mierda.
Candy era de las pocas personas que conoce mi historia, y quien me ha enseñado cosas que jamás habría querido aprender. No obstante, siempre me ha ayudado cuando no puedo soportarlo.
Me ha dado la mano en momentos oscuros.
—Huir es absurdo, cuando él me encuentre a donde quiera que vaya — le respondo, dedicándole una sonrisa triste por el espejo —. Esta es mi vida, ya lo he aceptado, Candy.
Volteo y la encaró. Viendo sus bonitos obres verdes, cansados de la vida que nos ha tocado. Alcanzó a tomar sus manos y las aprieto dándole un poco más de confianza, de que estoy bien con esto.
—No tiene porqué ser así.
Intenta seguir pero la detengo, ya debo irme o de lo contrario papá se molestara por mi impuntualidad.
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Combustión
RomanceÉl solo conoce la calle y cómo sobrevivir en ella. Ella no sabe lo que es una vida lejos de la violencia y el abuso.