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Habían pasado ya un par de semanas desde que se juntaron por primera vez en el hogar del mayor, semanas en las cuales Jeongguk empezó a frecuentar muy seguido aquella gran casa, haciendo que su relación se hiciera mucho más íntima

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Habían pasado ya un par de semanas desde que se juntaron por primera vez en el hogar del mayor, semanas en las cuales Jeongguk empezó a frecuentar muy seguido aquella gran casa, haciendo que su relación se hiciera mucho más íntima.

Apenas Jimin decía que tenía día libre, el menor ya se encontraba tocando la puerta.

Le gustaba tanto pasar tiempo en su hogar. Era todo tan cálido y bonito, además que el ambiente olía al perfume de su mayor, se sentía como en el paraíso cada vez que ponía un pie en la vivienda. A parte que evitaba ver a la cara a su madre, siempre que lo hacía recordaba las duras palabras que había dicho la otra vez e imaginaba lo decepcionada que se sentiría ella al conocer su verdad.

Obviamente sus sentimientos por Jimin crecieron aún más, y era imposible evitarlo con lo cariñoso que se comportaba el mayor con él. Había agarrado mañas como acariciarle el pelo, abrazarlo de la nada y darle todo lo que pedía, y no podía quejarse porque no le desagradaba aquel tipo de afecto, pero seguro algún día le agarraba un paro cardíaco por lo rápido que hacía latir su corazón cada vez que se le acercaba.

Aquella tarde fue igualmente a la casa del mayor, no tenían mucho de qué hablar esta vez, por lo que decidieron jugar un par de partidas de aquel juego que hizo que se conocieran en primer lugar. A Jeongguk le sorprendió al inicio saber que Jimin tenía más de un computador, pero después supuso que era obvio con la cantidad de dinero que poseía.

Era divertido jugar de esa manera, ya que podía apreciar en vivo y en directo las reacciones del más bajo cada vez que moría o iban perdiendo, lo cual le daba risa y ternura.

El mayor estaba jugando en el escritorio, mientras que el menor estaba sobre la cama con el portátil que le prestó. Nunca antes había tenido la oportunidad de tener en sus manos una laptop gamer, se sentía extraño pero a la vez le encantaba la velocidad con la que podía jugar sin la necesidad de bajarle los gráficos. Tal vez si algún día se animaba a trabajar ahorraría para comprar uno de esos, seguro el computador que le dio el gobierno cuando tenía doce años ya no aguantaría mucho tiempo más.

ㅡOh el jungla weón, ya me enojé. ㅡPegó un ligero salto al oír la voz de Jimin, pensó tanto tiempo que se olvidó por completo que estaban a medio de una partida.

ㅡYo cacho que mejor nos rindamos no más, ya me aburrí de esto. ㅡAsintió estando de acuerdo con la molestia ajena, aunque en parte sabía que en realidad estaba algo distraído y que eso estaba afectando a su rendimiento.

Tiró la votación para que su equipo pudiese rendirse, sin embargo soltó un quejido al apreciar como sólo tuvo dos votos a favor, los cuales claramente correspondían a los de ellos mismos.

Continuaron la partida bastante tensos, deseando que terminase pronto, pero igual pusieron de su parte para poder ganar, ya que de todas formas llevaban tres juegos seguidos en los cuales ninguno habían ganado, una derrota más sería demasiado decepcionante. No se dijo ninguna palabra en un buen rato, el sonido de los teclados y los clicks en el ratón era lo único que se podía escuchar en la habitación, estaban bastante concentrados.

The Liar And His Simp | Jikook AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora