Enchanted

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Detesto estas malditas fiestas.

Odio a las personas estiradas y elitistas, y tengo la desgracia de que mi esposo esté rodeado de ellas.

Intenté zafarme de esta invitación, como había hecho con las dos fiestas anteriores, pero no tuve ninguna buena excusa para hoy. Non se había puesto demasiado insistente y ya me había dado un ultimátum, así que no pude rehusarme.

Me acerco a la charola de uno de los meseros para tomar un vaso de whisky. Si iba a tener que soportar a los presuntuosos compañeros de trabajo de Non, al menos iba a emborracharme para no sufrirlo tanto.

Después de sólo media hora allí, yo ya sentía que habían pasado horas. Ya iba por mi tercer vaso, y me sentía algo mareada, asi que empecé a mirar el reloj con la esperanza de que ya fuera hora de irnos, aunque para mi desdicha, esto parecía recién empezar.

-Cariño, ven aqui por favor, quiero presentarte con algunas personas- me llama mi esposo implorante, poniendo esa cara de fastidio ante mi semblante esquivo.

Antes de ir, tomo un vaso de agua para disimular un poco mi estado, aliso la falda de mi vestido deseando que la tierra se abra y me trague completa.

Acercándome, veo a algunos compañeros ya conocidos: Chin, el que siempre mira mis pechos antes de saludarme; Dew, que siempre parece distraído y se le olvida mi nombre; Heidi, una de las pocas mujeres abogadas de la firma, que siempre tiene una sonrisa arrogante, y una mujer a la que no conozco, que tiene una mirada algo caída, como melancólica.

-Amor, ya recuerdas a Chin, Dew y Heidi, ¿verdad?- me indica con excesiva amabilidad Non, mientras saludo a todos con una ligera inclinación de cabeza -Ella es Freen, una nueva compañera- continúa presentando a la mujer desconocida.

Freen inclina su cabeza también, en forma de saludo, sin agregar más a la presentación. Yo me quedo observando su rostro. Definitivamente podría ser modelo. Sus ojos grandes y brillantes, color chocolate, su piel se ve tersa y suave, con la nariz recta y pequeña, y los labios en forma de pétalos de rosa. Pero todo queda ligeramente opacado por su mirada lánguida, como si tuviera una especie de tristeza o melancolía.

-Encantada Freen, soy Rebecca- saludo, extendiendo mi mano, aunque no sé muy bien por qué lo hago, generalmente me limito a saludar desde lejos. Ella parece incómoda con mi gesto, pero igualmente la estrecha brevemente.

-Igualmente Rebecca- responde escueta.

En seguida todos empiezan a hablar de trabajo, y los clientes que tienen, compartiendo opiniones y críticas hacia ellos. Yo no puedo estar más aburrida, y noto que Freen se mantiene un poco aparte de la charla, como si no estuviera cómoda, o quizás hace tan poco que trabaja con ellos que simplemente no tiene nada que acotar, pero tampoco se ríe cuando todos lo hacen.

Debo admitir que me intriga un poco, no parece tan altanera o presuntuosa como los compañeros pomposos de Non.

Es definitivamente elegante, tiene un porte digno de la realeza, es difícil de describir, porque como dije, no es presuntuosa ni altanera, pero hay un aire de dignidad, como una solemnidad en su aura que resulta muy atrayente. No recuerdo haber visto a alguien asi antes, aunque para mi mala suerte me he tenido que codear con ricos y adinerados los últimos 5 años.

Todo en ella denota clase: su peinado en una coleta alta, con dos mechones enmarcando perfectamente su rostro, y la caída de su brillante cabello con gracia pero sin parecer desordenado. Lleva un vestido negro, sin hombros, que se ciñe muy bien a su figura, pero sin ser vulgar, terminando en una falda tubo, dejando ver unas hermosas pantorrillas estilizadas por unos stilettos negros.

Non envuelve mi cintura con su brazo derecho, mientras continúa su charla de golf con sus compañeros. Odio cuando me toma como exhibiendo un trofeo.

Me siento un poco incómoda, francamente me gustaría poder irme de una vez, pero sé que si lo hago tendré que enfrentar otra discusión sin sentido. Últimamente todas las semanas discutimos.

Me disculpo con todos para poder ir al baño, pero me dirijo al balcón para poder tomar un poco de aire fresco, con la esperanza de que mi ligero mareo se disipe un poco.

El viento nocturno golpea la piel de mis brazos, mis clavículas y mi rostro como pequeños carámbanos de hielo. Tomo una profunda inspiración con los ojos cerrados, llenándome de ese frío, sintiendo mis sentidos despabilarse. La noche está despejada, pudiendo apreciarse algunas estrellas y las luces de la ciudad más allá. Me permito encender un cigarrillo ahora que el balcón está vacío, inundando mis pulmones con el humo y exhalando con fuerza.

-¿Podría pedirte uno?- escucho que alguien dice a mis espaldas. Me giro y veo a Freen mirándome, tomando sus manos por el frente.

-Claro, son mentolados, ¿no te importa?- consulto.

-Mejor aún- responde con una leve sonrisa, casi pareciendo una mueca.

Le entrego un cigarrillo de la caja y se acerca a mí pidiendo fuego.

Acciono el encendedor, y se inclina hacia mí con el pitillo en la boca, mirándome a los ojos por unos instantes, mientras aspira la primera pitada con fuerza, dejando salir el humo con un gemido de alivio.

-¿Día difícil?- pregunto, en un intento de generar conversación.

-Más bien año difícil- responde con una pequeña risa sin gracia -Ni siquiera debería estar fumando, hace un mes que lo dejé- agregó, pero más para sí misma que para mi.

-Oh, disculpa, no lo sabía- dije, sin saber bien por qué me disculpaba.

-Está bien, sólo fuiste amable- respondió sencilla.

Un silencio algo incómodo se instaló, mientras yo pensaba que esta mujer parecía ser mucho más sombría de lo que imaginaba.

-Comenzaste a trabajar hace poco en el estudio, ¿verdad?- pregunto.

-Si, el mes pasado- indicó, mirando hacia abajo inclinándose levemente sobre la baranda del balcón, mientras sostenía el cigarrillo elegantemente entre sus dedos, sosteniendo su codo con su otra mano.

-Eres de aquí o te mudaste?- pregunté, intentando llenar el vacío.

-Ambas- respondió con un suspiro, mientras seguía mirando a la lejanía, como si no quisiera continuar mucho con la conversación, pero de todos modos aclaró -Crecí aqui, y me fui un tiempo. Volví hace un mes- concluyó, apagando el cigarrillo y arrojándolo al cesto de basura -Gracias por el cigarrillo...Rebecca?-

-Si, Rebecca. De nada- respondí, lamentando que haya terminado la conversación.

La vi dirigirse al salón nuevamente, preguntándome por qué una persona que de lejos se notaba que tenía problemas me resultaba tan cautivante.

Enchanted | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora