Sweet Nothing

2.1K 267 52
                                    

POV Freen

¿Se le puede llamar vida a esto?

Sólo siento que mi cuerpo se mueve a través de las diferentes escenas que transcurren a mi alrededor. Pero no soy más que un cascarón vacío.

Mi mente no está conectada a mi cuerpo.

Mi alma no está unida a nada, por momentos hasta creo que ya no tengo.

El corazón late dolorosamente marcando el ritmo de mi condena perpetua.

Mi casa muestra la misma oscuridad que se adueña de mis pensamientos constantemente.

Mis días se reducen a estar esperando a que el tiempo transcurra.

En mi trabajo mantengo mi semblante serio. Es lo bueno de dedicarme a una profesión que requiere de extrema concentración y seriedad: mi falta de alegría puede ser interpretada como profesionalismo.

No comparto mucho con mis colegas. Intento evitar preguntas personales. Soporto las miradas indiscretas de Chin ignorándolo por completo, realmente no entiendo cómo se recibió de abogado.

A veces tampoco entiendo cómo yo me recibí de abogada, siendo algo que nunca había querido estudiar. Las cosas que una hace por amor.

Él está incrustado en mi interior, en mi cerebro, como una nube implacable.

Caigo en pensar cómo alguien que me generó tanto amor y felicidad ahora me reduce a esta existencia penosa y lamentable.
Ni siquiera puedo escapar al plano onírico. Cada vez es más difícil alcanzar el letargo.

Me siento sola constantemente, excepto cuando ella me mira.

Admito que he contemplado en alguna que otra ocasión la perspectiva del fin. El terminar con todo y liberarme. Siempre algo me impide terminar de formar la idea. Sospecho que las pastillas que me da el terapeuta. Inútiles caramelos sin gracia ni dulzura, pero que son lo único que me permite levantarme de la cama.

Él atormenta mis pensamientos constantemente. Es una sombra que llena de nieblas mis anhelos, mis recuerdos, mi cotidianeidad.

Pero esa cotidianeidad hace poco ha cambiado.

Un pequeño haz de luz aparece aleatoriamente, despertando del letargo a mi sonrisa.

Cuando nos encontramos, mi corazón recuerda cómo es latir con esperanza y el dolor, por un rato, se hace soportable, a veces hasta parece que me olvido de que duele.

Rebecca

Su nombre es tan dulce, al igual que su sonrisa.
Me fascinan sus hoyuelos cuando sonríe, y cómo sus ojos se achican. El sonido de su risa es un bálsamo para mi pena.
Al verla, el peso de mis hombros parece desaparecer. Como si pudiera dejar atrás los miedos, el cansancio y la desolación.
Sus ojos me miran brillantes, y yo puedo sentir que levito. Me siento liviana, me siento como si no fuera yo. Como si pudiera cambiar de vida por un momento.

Confieso que la primera vez que la vi, simplemente no le presté mayor atención. Me incomodó que me estrechara la mano para saludarme. Pero sentir su mano suave en la mía envió escalofríos a todo mi cuerpo. Tuve que cortar ese contacto y alejarme. Era demasiado. Para alguien que se sentía muerta en vida, sentir tanto de repente me abrumó.
Nuestros pequeños intercambios logran relajarme. Todo se siente cómodo con ella.

Cuando noté en los vestuarios de la piscina que ella me miraba a través de la cortina, sentí como una parte de mi revivía. Una parte que creí había quedado sepultada en algún lugar recóndito de mi cuerpo: mi sensualidad.

Nunca me había pasado eso con una mujer, pero la sensación fue especialmente estimulante. Admito que esa noche en mi casa tuve que satisfacer las necesidades físicas que me había despertado. Ni siquiera el miedo y la culpa lograron evitar que me complaciera.

Pero todo sueño debe acabarse. La ilusión y la esperanza son consejeras peligrosas.

Ella está casada. Y yo...también estoy atada.

Su esposo no parece un mal hombre, pero no me agrada. Puedo llegar a deducir el por qué de mi sentir, pero aún no puedo admitirlo por completo.

El licenciado Kanpiang parece de los típicos hombres perdidos en su masculinidad frágil. Deben demostrar lo que valen, pero de las formas equivocadas. En algunas ocasiones he notado su mirada insistente en mí, como si necesitara comprobar algo, o decirme algo. Me incomoda pensar qué será. ¿Ha notado mi cercanía con su esposa? ¿Está intrigado por nuestro vínculo? O peor...¿está intrigado por mi?
Sería lo último que me falta: que Non tenga otras intenciones conmigo.

Para los demás en la oficina soy una intriga.

He escuchado al pasar conversaciones aisladas. Algunos especulando con mi soltería hasta que alguien menciona mi anillo. La cadena silenciosa que encarcela mi vida.

La mención del anillo suele acarrear la otra pregunta lógica: ¿y dónde está el esposo?
Prefiero que eso quede en incógnita.

Todos los días siento miedo al abismo en el que me encuentro. No veo ninguna salida. Es una prisión constante.
Aunque vaya a ver muestras de arte, o me tome un café, o mire una escena idílica en el parque, todo se siente deslucido. Es todo gris...excepto cuando estoy con Rebecca.

Las llamadas telefónicas se están haciendo cada vez más asiduas, como si me persiguiera. Como si pudiera percibir el momento en el que logro ser feliz por un instante.
Las amenazas y maldiciones se repiten cada vez que coloco el teléfono en mi oído. Ya conozco el guión y sus variaciones. Pero lejos de ya no darle importancia, esa insistencia logra consumir mi cordura y la pizca de bienestar que pueda albergar.

¿Cambiar de teléfono? Si, claro, lo he pensado, pero no puedo. No puedo permitir perder lo último que me queda en este simple número telefónico.

Extraño a mis padres. Hace ya mucho tiempo que no los veo ni los visito. Todo se ha vuelto tan doloroso que ni siquiera puedo contar con ese sosiego.

Si hay algo que me impulsa a seguir adelante de algún modo es ella. Verla, escucharla, estar para contenerla y alegrarla.

Irónico, ¿verdad? ¿Cómo estando yo sin consuelo busco desesperadamente ser el consuelo de Rebecca?

Veo en ella un poco de mí. Quizás por eso siento que necesito tenerla cerca, aunque el miedo sea grande.

Me encantaría tener el poder de detener todo. El tiempo, el espacio, y volver a cero. Al inicio de todo, el principio mismo del tiempo.

La dulce nada.

Enchanted | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora