2 | Audiciones abiertas

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Hunter

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Hunter

Ser mesero no es tan malo. Es decir, no es el mejor trabajo del mundo, pero honestamente pensé que sería peor.

Hace un par de meses, decidido a acabar con mi procrastinación, acudí a este café en el que solía venir a desayunar y despejarme cada que lo necesitaba. Para mi suerte, Teresa —la encargada del lugar—, me tiene demasiado estima, pues me conoce desde que era un niño, así que conseguir el puesto no fue tan difícil.

Lo realmente complicado ha sido mantenerlo con el gran afán que tengo de siempre llegar tarde. Y de pelearme con los clientes. No soy alguien conflictivo, ni mucho menos de buscarme problemas, pero me es imposible quedarme callado cuando alguien me trata mal o me hace alguna mala cara.

"Tú eres el trabajador, y por muy groseros que sean, debes tratarlos bien, cariño."

Es lo que siempre me dice Teresa, pero tal parece ser que mi cabeza no quiere entenderlo. Mi lengua nunca se queda quieta.

Fuera de eso, todo está bien. Tengo una buena paga, siempre hay un buen ambiente y el café que preparo, sin afanes de presumir —o quizá un poco—, es toda una sensación. No hay persona que lo pruebe y se vaya sin halagar lo bien que sabe.

—¡Hunter!

—¡Ya voy! —respondo mientras cruzo la puerta de la cocina.

—¡Orden para mesa cuatro! —Teresa me entrega una charola con un par de croissants y sus respectivos cafés cada uno.

La reviso con cuidado de no derramar las bebidas y me dirijo hacia dicha mesa.

—Cuidado con esa pareja, creo que vienen de mal humor —me susurra Beck, mi mejor amiga, cuando me la encuentro a mitad de la cafetería.

Le ruedo los ojos y continúo con mi camino.

Aquí en la cafetería, aparte de mí, también trabajan otros dos meseros, uno de ellos siendo Beck, quien es mi mejor amiga desde la infancia. Y también Freddy, que es el que le ayuda a Teresa en la cocina. A todos les tengo un gran cariño, pues han hecho que trabajar aquí sea más como un tiempo en familia que como un martirio.

Llego hasta la mesa, en ella se encuentra una pareja sentada y con tan solo verles las caras me percato de que, lo que me dijo Beck, es cierto. La chica está deslizando la pantalla de su teléfono con el ceño fruncido, mientras que el chico la mira con recelo, y con una cara como si estuviera oliendo mierda.

«Prepárate, Hunter. Solo no seas grosero si ellos lo son contigo»

Me recuerdo mentalmente.

—Buenas tardes, aquí les entrego su orden. —Comienzo a colocar las tazas y los platos sobre la mesa.

—Hasta que por fin.

Siento la mirada del chico sobre mí, y cuando doy un vistazo, noto que me ve con la misma cara con la que estaba mirando a su acompañante hace unos segundos.

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