La banda de rock del momento Eureka ha perdido a su baterista. Su carrera apenas está iniciando, por lo que se ven obligados a buscar un nuevo integrante.
Hunter toda su vida ha soñado con ser reconocido, y que la gente aprecie su talento en la músi...
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Hunter
—¡Hola, muñecas! —La puerta del departamento se abre y Ji aparece detrás de ella, sonriente.
—Hola, Ji.
—Hoy estuvieron a tiempo.
—Estoy mejorando su puntualidad —le dice Adrien, quien está atrás de mí.
—Lo hago para evitar conflictos —explico con cara de fastidio.
Ji se hace a un lado para dejarnos pasar y lo saludo con un abrazo.
Esta es la segunda vez que vengo a su departamento, y es por el mismo motivo anterior: Continuar con el álbum. Cosa que me hace bastante feliz, porque trabajar en la música siempre había sido mi sueño, y ahora lo estoy haciendo realidad.
—¡Chicos! —nos saluda Peter, caminando hacia nosotros.
Él también me da un abrazo como saludo y luego va a hacia Adrien.
—Tu discurso fue maravilloso. Esta en todos lados y la gente lo está compartiendo.
Adrien eleva las cejas con asombro, y una pequeña sonrisa tira de su boca.
—No he revisado mi teléfono en todo el día —le responde.
—Pues deberías. Todos te están amando, hermano, y gracias a tu discurso la organización recolectó el doble del dinero que se tenía previsto.
La emoción que refleja el rostro de Adrien es genuina. Algo en mi pecho se remueve al verlo así, tan feliz con algo que él mismo logró.
—Estamos felices de que te hayas animado a hablar de un tema que... —Ji hace una pausa y piensa sus palabras antes de soltarlas—. Bueno, sabemos que es importante para ti.
—Misión cumplida —susurra Adrien, esta vez, con una amplia sonrisa.
Peter le da una palmada en el hombro y Ji lo abraza por detrás con entusiasmo.
—En fin, a lo que venimos —El pelinegro da un aplauso y el momento mágico se rompe.
—Demasiado amor para el señor amarguras —bromea Ji, caminando hacia la sala de estar.
Lo seguimos entre risas y nos acomodamos en los sofás. En la mesa del centro, ya hay una libreta con anotaciones, hojas sueltas y dos latas de refresco. Aun lado, en la alfombra, descansan el bajo de Ji y la guitarra de Peter.
—Nos tomamos la pequeña libertad de empezar antes de que llegaran —explica Peter, señalando el desastre.
—No hay problema, cuéntennos que tienen —pide Adrien.
—Durante estos días, he compuesto tres canciones —comienza Peter—. Ya tengo las notas musicales y parte de las letras. También he estado rescatando ideas para el concepto que tendrá el álbum, pero necesito sus opiniones.
