6 | Cambios extremadamente radicales

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Hunter

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Hunter

Abro los ojos y la luz del sol se cuela por las grandes ventanas de la habitación. Para mis ojos recién despiertos, es demasiada iluminación, por lo que hago mi mayor esfuerzo en mantenerlos abiertos. Sin embargo, fallo en el intento.

—Madre mía —me quejo al sentir la primera punzada en la cabeza.

No estoy acostumbrado a beber, y ayer todas las copas que me tome han desencadenado en una resaca bastante intensa.

En un segundo intento, vuelvo a abrir los ojos, esta vez de manera lenta. Me percato de que estoy solo en la cama, por lo que deduzco que Peter ya se ha levantado.

Ahora que el sol ya ilumina el cuarto —y que no voy borracho—, puedo verla con mejor detenimiento. Al igual que todo el departamento, las paredes, la decoración y los muebles son en colores grises y tonos oscuros. Da la ilusión de ser el típico cuarto perfecto que encuentras en las revistas de diseño de interiores.

Dirijo la mirada hacia mi teléfono, el cual se encuentra en la pequeña mesita de noche. Como es mi costumbre, lo primero que hago al despertar es revisar mis notificaciones, por lo que lo tomo entre mis manos y al intentar encenderlo, este no responde. Se ha quedado sin batería.

—Genial.

Lo vuelvo a poner en donde estaba y camino arrastrando los pies hasta llegar a la puerta de la habitación para proceder a abrirla.

De manera automática mis fosas nasales se ven embriagadas por el aroma a comida. Puedo reconocer el olor de los pancakes a kilómetros de distancia. Supongo que es uno de los efectos secundarios de trabajar en una cafetería.

Al llegar a la cocina del departamento, me encuentro con una escena que estoy seguro miles de fans de la banda matarían por ver. Adrien se encuentra sumamente concentrado en cocinar los pancakes, teniendo una torre de estos a su lado; Peter se encarga de preparar varias tazas de cafés, y Jihoon está recargado en la isla de la cocina, con el cabello hecho un desastre y los ojos hinchados como indicador de que acaba de despertar.

—Buenos días —saludo de manera amigable.

—Buenos días, Hunter.

—Pero si es el bello durmiente —bromea el pelirrojo.

—Tú no tienes cara de llevar mucho tiempo despierto.

—Cinco minutos. Te gano.

Ruedo los ojos esbozando una sonrisa.

—¿Les ayudo con algo?

—No es necesario —me responde Adrien de manera automática y cortante, sin dejar de mirar la mezcla que acaba de verter al sartén.

—Puedo ayudar con los cafés.

Peter me sonríe y abre la boca para responder. Sin embargo, el amargado de Adrien se le adelanta.

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