- ¡Porque eres mi gran amor!- le dijo aquella vez, aún lo recordaba, su linda cara, sus ojos cafés, sus mejillas regorditas y rosas, sus cabellos castaños y sus labios carnosos.
- aún siendo tu gran amor... Me dejaste- dejo las flores a un lado de la tumba y tomo asiento frente a la misma.- ¿En qué pensabas, mi gran amor? Podríamos haberlo llevado juntos, ¿Porque tuviste que cargar con ese peso tu solo?- pregunto al aire, sabiendo que las respuestas no llegarían en ningún momento ni en el mayor sueño.- ¿Porque?
No sollozó, no lloro, no derramó ni una lágrima, se mantenía sereno con su vista en el grabado de aquella piedra.
- ¿Porque me dejaste?- las preguntas iban y venían, sin respuesta alguna, el pelinegro cuestionaba al aire.- pudimos... pudiste no cargar con ese peso sobre tus hombros todo este tiempo... - ahora, era imposible contenerse, sus ojos eran vidriosos y las lágrimas retenidas en ellos mostraban lo mal que estaba en aquel momento.- y, ¿Porque me mentiste?
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Su rostro se mantenía sereno mientras veía cada facción de aquel chico acostado en su regazo, curvo sus labios satisfecho al ser la persona que más lo apreciaba.
- ¿Que tengo en la cara que me estás mirando mucho?- le pregunto con un tono de voz inocente. Su voz, algo que no se permitiría olvidar en ninguna de sus vidas.
- Nada, solo aprecio tu belleza- río.
- oh... Ya lo sé, soy muy lindo, ¿cierto?- recordaba a aquel chico egocéntrico y con la sonrisa más linda del universo.
- lo eres- le sonrió.
- pero no me pongas esa cara que me enamoro más.
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- agárrame que me caigo- pidió, extendiéndole sus brazos.
- que boludo- se burló, subiendolo a su espalda para seguir caminando hacia la salida del lugar.
- ey, ¿a quien le dices boludo? ¡Respeta a tu próximo esposo!- reclamo, diciendo una gran mentira que el sabía que no cumpliría.
- ¿Próximo esposo? Que estupidez- bromeó.
- ¡Agradece! ¡Tendrás de esposo al chico más lindo del mundo!- como siempre su ego estaba arriba del todo.
- lo se, lo se-
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- Juan- llamo.
- ¿Huh?- alzó su cabeza de la almohada, aún cubierto por las sábanas miro a su novio frente a el.
- se hace tarde para el colegio- aviso.
- ¿Hoy no es... sábado?- pregunta adormilado.
- hoy es miércoles, estúpido- le dió un golpe con dos de sus dedos en la frente.
- ¡Auch! ¡bien, ya me cambio! ¡Te pareces a una mamá despertando a su hijo para ir a la escuela?
- eres como mi hijo, solo que grande y tonto.
- pero eso suena raro, ¿Madre e hijo que se comen la boca?
- cállate y ve a ducharte- salió de la habitación.
- ¡Okey, mamá!
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- ¡No es justo! ¡Este cabron parece que lleva propulsores!- dijo molesto, señalando a su rival.
- Juan- lo llamo.- concéntrate, carajo.
Era su motivación.
Era su vivir.
Era su corazón.
- ¡Bien!- el molesto sonido del silbato resonó por toda la cancha y los dos salieron corriendo rápidamente.
Era su motor.
Y sobre todo, era su gran amor.
- ¡Gana Guarnizo!- el grito lo hizo sonreír.
- ¡Ese es mi chico, mierda!- celebro.
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