Otro Día

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No hay futuro, y sé que es duro

Ver que no queda más.

Es lo que siento, debo confesar.


***


Como cada mañana, Lincoln despertó al escuchar el terrible sonido de la alarma en su viejo teléfono. Un sonido que era molesto no por el hecho de interrumpir su sueño sino por sonar realmente mal. Aquel viejo teléfono que Lincoln tenia estaba ya bastante dañado por el paso del tiempo, y la bocina del mismo tenía ya varios problemas. Además de sonar a un volumen muy bajo, hacia un horrible sonido de crepitar mientras emitía la alarma. Era eso lo que principalmente despertaba a Lincoln por las mañanas. Eso y el ruido que producía al vibrar sobre el suelo de madera de su habitación. Aunque llamar habitación a aquel cuarto de blancos era ser demasiado optimista.

En cuanto detuvo la alarma se descobijo y se sentó. Froto suavemente su rostro para desemperezarse y evito tallar sus ojos con fuerza. Hacía algún tiempo había leído que tallar los ojos podría causar que las retinas se desprendieran. Y aunque era algo que tenía muy pocas probabilidades de pasar, era algo posible. Y eso quedo marcado en Lincoln, dejándolo permanentemente preocupado por un accidente así.

Dio un gran bostezo y trato de abrir sus ojos. No fue fácil, además del cansancio y el sueño, sus ojos estaban muy resecos, así que era molesto y causaba un poco de comezón el abrirlos. Miro la hora en su viejo teléfono, solo para confirmar que no durmiera de más y en cuanto vio que eran las cinco de la mañana con algunos minutos se relajo.

Se puso de pie y, como cada mañana, lo primero que hizo fue recoger sus sabanas y cobija. Hacía ya bastante tiempo que Lincoln dormía en el suelo de su habitación. No lo hacía por gusto, y aunque había leído también que dormir en el suelo era bueno para la postura de la espalda, tampoco lo hacía por salud. Lo hacía por necesidad. Junto a él estaba un viejo catre en el que se supone debería dormir, pero eso le era imposible. Aquel viejo mueble no solo era muy incomodo, también era increíblemente ruidoso. Era un verdadero escándalo subirse a ese viejo pedazo de metal. Rechinaba con tanta fuerza que el ruido impedía dormir a cualquiera que lo usara. Si durante la noche Lincoln cambiaba de postura en ese viejo catre, el ruido que este haría al rechinar sería tan fuerte que conseguiría despertarlo sin lugar a dudas. Pero esa no fue la razón por la que Lincoln decidió comenzar a dormir en el suelo. El podía vivir con esas interrupciones nocturnas debido al ruido. Quienes no podían hacerlo eran sus hermanas. Y es que el ruido que ese catre hacia era tal que por la noche, cuando todo está en silencio y no hay nada que amortigüe el sonido, este podía ser escuchado por toda la planta alta de la casa. La primera noche sus hermanas decidieron obviar el tema pensando que era inevitable y debían esperar a que Lincoln tuviera una cama de verdad en su cuarto. Esto también paso por la cabeza de Lincoln. Pero solo un par de noches después ninguna hermana estaba dispuesta a tolerar ese ruido varias veces en la noche así que le pusieron un ultimátum a Lincoln.

Lincoln trato de lubricar aquel viejo catre, esperando que eso al menos redujera el ruido, pero no hubo ningún cambio. Intento un par de cosas más, pero al final la opción más simple era dejar de usar el catre para que así este dejara de hacer esos molestos sonidos. Tomo su sabana más vieja y, después de limpiar el suelo, la coloco como base y sobre ella se recostó y cobijo. La primera noche fue fatal, la postura le parecía incomoda y la rigidez del suelo lo hacía tensarse, por lo que no podía dormir tranquilo. Pero no lo pensó demasiado. Cuando se mudo a aquel cuarto de blancos sus padres le aseguraron que harían lo posible por comprarle una cama a la brevedad. Y con el tiempo remodelar poco a poco aquel cuarto para que fuera un lugar más acogedor y parecido a una habitación. Lincoln pensó que dormir en el suelo no sería tan malo si solo debía esperar un poco hasta obtener una cama propia. Pero al final eso nunca pasó y Lincoln debió resignarse a dormir en el suelo, cosa a la que por mucho tiempo que pasara, no parecía terminar de acostumbrarse. En especial durante el invierno, ya que por muchas sabanas que pusiera entre el suelo y él, el frio era molesto y a veces insoportable.

Decir AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora