Antes y después de la caida

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Gabriel estuvo cuando Bazathiel cayó, estuvo sosteniendo su mano antes de simplemente no poder aguantar más y dejar que se precipitara hacia abajo con la velocidad de un rayo. Ella cayó, ella sintió el viento congelando su cuerpo, sintió cada parte de si quemarse entre la llama eterna del dolor y cuando finalmente aterrizó sus alas blancas que alguna vez Gabriel elogió se tiñeron de un negro profundo, tan negro que la luz no se reflejaba en ellas, con la fuerza que le quedaba se puso de pie mirando sus manos llenas de sangre, su cabello terso se alborotó y su piel blanca ardió mientras lentas y tortuosas cicatrices se abrían paso por todas partes, las lágrimas se extendieron por sus mejillas y miró al cielo soltando un grito desgarrador mientras sus piernas no soportaban más para caer de rodillas, una parte de él murió lentamente en ese momento, se suponía que esto no pasaría, que Gabriel lo cuidaría, lo mantendría a salvo, ahora Bazathiel está aquí en el extremo asqueroso del infierno mientras su adorado ángel se ha quedado sin seguirle el paso, arriba, con los injustos.

Gabriel lloró cuando la mano de su amada se soltó de la suya, corrió hasta el borde y dispuesto a perseguirle retrocedió un poco para impulsarse, pero antes de poder dar un saltó de fé fuertes manos lo detuvieron, arrastrándolo lejos, no importaba cuánto se retorciera, cuánto suplicara nadie parecía entender que acaba de perder al amor de su vida, a quien no pudo proteger, así que solo siguió con su llanto lleno de sufrimiento gritando el nombre de quién alguna vez fue su ángel hasta lastimar su garganta. Muchos cayeron en esa batalla e irónicamente a el no lo dejaron irse, el arcángel más cercano a Dios, sería un escándalo, además el cielo tenía grandes propósitos para él pero Gabriel solo quería buscar a Bazathiel para abrazarla y decirle que todo estaría bien, seguramente estaba asustada y llena de angustia, ella no lo merecía, no merecía se echada.

Entonces en algún momento del tiempo sus ojos color lila se abrieron y nada de él quedaba dentro de si mismo, era un reinicio, un momento en blanco que dejó a su cabeza confusa. Ya no era Gabriel, ahora solo era el arcángel supremo, un cúmulo de órdenes y reglas acatadas, un montón de arrogancia y ego, infinita prepotencia, una mente vacía a la que le hicieron creer que una guerra entre el cielo y el infierno era el plan inefable de dios.

Cuando finalmente Beelzebub se reencontró con Gabriel sus sentimientos de afecto se habían convertido en resentimiento y decepción, un ángel que prefirió al cielo antes que a su amado no merecía que se le recordara con nostalgia. Beelzebub, lord del infierno amo y señor de las moscas vivió con el corazón roto más de 6000 años, porque nunca supo que Gabriel fue borrado, que ese ser que le juro una eternidad entre sus brazos ya no existía más, así que se dedicó a suponer que el ahora arcángel supremo solo estaba ignorando su imponente presencia y eso dolía más.

Cada recuerdo, cada cosa y lo poco que todavía veía al cerrar los ojos era un constante recordatorio de la traición que termino de matarlo. Entonces Beelzebub lloró nuevamente el día que el armagedón se canceló y su Gabriel no lo miró con amor nunca más.

Fue más tarde, una reunión y el demonio se dio cuenta, Gabriel no estaba, no estaba porque el cielo se lo quitó, sin memoria de lo que alguna vez se fueron y el sentimiento se incrustó en su pecho como una daga empapada de agua bendita, cada momento de resentimiento, de odio se esfumó, así que Beelzebub aprendió a perdonar y a dejar ir aún si era lo último que quería.

Dos, tres, cuatro... reuniones y Gabriel se fascinó con este demonio, cada parte de él le generaba un aura familiar que nunca comprendió pero era como si sus energías fueran una, tan cómodo, tan perfecto.

—A veces me pasó horas aquí solo... viéndola

Beelzebub lo miró con tristeza y bajo la mirada, le hubiera encantado compartir más de ese tiempo con Gabriel hay tanto que se perdió de su vida, hay tanto que le gustaría conocer y había cosas que siempre iba a extrañar, había cosas que nunca vería volver. Y mientras Gabriel se queda parado mirándose así mismo en una escultura un lío se abre paso en la mente de un demonio desolado.

...

—Nunca me habían regalado nada

"Yo te regale una estrella alguna vez, pero no lo recuerdas" se dijo a si misma, el sentimientos de tristeza y presión que se acumuló en su pecho la hizo sentirse un poco mal pero siempre mantuvo la sonrisa, al final el cielo no pudo separarlos por la eternidad, porque sin importar nada siempre encontrarían su camino de vuelta el uno al otro.

...

Cuando Gabriel desapareció del cielo las alarmas internas de Beelzebub se hicieron presentes y notorias, la desesperación por no querer perder de nuevo a quien le costó miles de años recuperar se apoderaba de su ansioso ser, no podía irse ahora, no podía dejarlo solo otra vez, no soportaría atravesar la misma sensación que la de la caída, porque entonces subiría al cielo y se condenaría aún más en nombre del amor que le tenía a Gabriel.

Encontrarlo fue un alivio, saber que sus memorias fueron removidas pero restauradas curó un poco el dolor de siglos, apaciguó las tormentas y calmó el ruido en su cabeza, finalmente después de tanto, nadie había podido separar dos almas destinadas a encontrarse una y otra vez, le habían teñido las alas de negro a Beelzebub pero nunca se las cortaron, ahora por fin había encontrado la felicidad merecida, aquí en un efímero momento en el que ambos se miran a los ojos y se cautivan con lo que ven, mientras el sonido de sus corazones repite la misma canción una y otra vez, para consolarlos, para consolar a los afligidos.

Ineffable Bureaucracy weekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora