Natsuki y Yuuko han tenido una relación de perros y gatos, algo a lo que se acostumbraron con el paso de los años y ambas disfrutan. Al entrar en la universidad, creyeron que, al estar en diferentes carreras y actividades, su tiempo juntas se reduci...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Nozomi había notado que la actitud de Yuuko hacia Natsuki cambió ligeramente durante los días previos. Si bien la dinámica de perros y gatos entre ellas continuaba, la agresividad de la rubia parecía haber mermado un poco, reflejándose en una disminución de las palabras soeces con las que de vez en cuando se refería a la guitarrista. La flautista no estaba segura de que su mejor amiga también lo hubiese notado, pero sí podía decir que parecía estar correspondiendo a aquello de una forma algo sutil.
—Parece que ustedes dos se están llevando algo mejor —comentó una vez que estaban las tres estudiando.
—¿Tú crees? —preguntó Natsuki, mirando de reojo a Yuuko, sentada a su lado, para luego sonreír con malicia—. Yo la noto igual de molesta que siempre.
—Mira quién habla —murmuró la rubia, dándole un suave codazo a la chica a su lado.
—¿Ves? —rio la guitarrista—. Igual que siempre, y además agresiva.
—No exageres, que apenas y te toqué.
—Claro, seguro tu toque me dejará un moretón.
—De ser así, quiero verlo.
Nozomi miró con asombro a Yuuko tras escucharla decir eso, para luego dirigir su mirada hacia Natsuki y su inesperada respuesta.
—¿Tantas ganas tienes de ver mi piel desnuda?
La guitarrista movía sus cejas de forma sugestiva, haciendo que Yuuko, sonrojada, clavara su mirada en los libros de texto que el grupo tenía sobre la mesa.
—Solo para comprobar que no te hayas maquillado o algo por el estilo para fingir un moretón. Además, ya he visto tu esbelto cuerpo en traje de baño antes.
Ahora era el turno de Natsuki para ruborizarse, mientras que Nozomi abría sus ojos al máximo ante aquellas palabras. El silencio las invadió por un momento en que ninguna sabía qué decir.
—Así que crees que mi cuerpo es esbelto, ¿eh? —preguntó finalmente la guitarrista, recobrando lo mejor que pudo su tono burlón.
—Al menos lo era el año pasado cuando fuimos a la piscina con las demás chicas de la banda. Espero que te estés ejercitando adecuadamente ahora que ya no estás en una banda sinfónica.
—¿Quieres comprobarlo? Hagamos un concurso de abdominales...
—Chicas —interrumpió Nozomi—, este no es el lugar ni el momento adecuado para que hagan una de sus competencias.
Tanto Natsuki como Yuuko sonrieron con algo de vergüenza tras haberse dejado llevar por sus mutuas provocaciones. Volviendo su mirada a los libros de texto, las tres retomaron su sesión de estudios.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.