Natsuki y Yuuko han tenido una relación de perros y gatos, algo a lo que se acostumbraron con el paso de los años y ambas disfrutan. Al entrar en la universidad, creyeron que, al estar en diferentes carreras y actividades, su tiempo juntas se reduci...
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Los tempranos rayos del sol veraniego se colaban en la habitación donde las chicas de Ao no Danjon habían pasado la noche. Natsuki, medio dormida, gruñó dándole la espalda a la ventana, buscando dormir un poco más. Sin embargo, el canto de las aves y las cigarras llenó el ambiente, incomodando a la guitarrista. Suspirando, abrió los ojos, dándose cuenta de que el futon contiguo al suyo estaba vacío.
"Parece que Yuuko ya se levantó", pensó. Por el contrario, Miyuki continuaba profundamente dormida a unos metros de ella, despertando su envidia.
De repente, el sonido de una trompeta se hizo un hueco en medio de la sinfonía de la naturaleza matutina. No era tan fuerte como para perturbar a quienes aún dormían, pero sí lo suficiente para que Natsuki, poniéndose de pie, fuera en su búsqueda.
En medio de los árboles aledaños a la cabaña, Yuuko practicaba la parte de trompeta de The Widow. Si bien la vicepresidenta le había dicho que lo hizo bien durante los primeros ensayos, sintió que tenía margen de mejora.
—Vaya, ya decía yo que había un pájaro muy particular por aquí —comentó Natsuki, llegando junto a la rubia, quien rodó los ojos.
—¿No está muy temprano para que estés fastidiando? —reclamó Yuuko con molestia fingida.
—Quizás lo esté, pero debo aprovechar los espacios en que podamos vernos. —Natsuki se encogió de hombros mientras hablaba.
—Quizás deberías aprovecharlos de otra forma.
Había un tinte sugestivo en la voz de la rubia, que encaraba a su novia acercando sus rostros.
—Ya que insistes... —Y los labios de ambas se juntaron en un beso tierno que las hizo sonreír—. Buenos días, chiquilla.
—Así está mejor. Buenos días, cariño. Creí que despertarías más tarde.
—También yo, pero el sol y las aves me hicieron cambiar de parecer... —Una risilla acompañó estas palabras—, así que decidí venir a hacerte compañía. Extrañaba escuchar tu trompeta.
—Yo también extrañaba tocarla. —Yuuko miró su trompeta con cierta nostalgia—. Entre los estudios, el trabajo y ahora la banda, he tenido descuidada a esta pequeña. Me sentí contenta de que la vicepresidenta me dijera que lo hice bien, pero también sentí que fue injusto.
—¿Por qué habría de serlo? —preguntó Natsuki, envolviendo en sus brazos a su novia desde la espalda.
—Llevaba cuatro meses sin siquiera sacar la trompeta de su estuche y toqué bien a la primera. Mis compañeros probablemente tengan sus rutinas diarias de prácticas y todos ellos recibieron alguna crítica por parte de la vicepresidenta, menos yo. ¿No te parece injusto?
Natsuki no respondió de inmediato. Yuuko tenía un punto. Realmente parecía injusto que alguien que haya descuidado su rutina de ensayos tuviera un mejor desempeño que alguien dedicado. Por tal motivo, y queriendo decir algo fundamentado para hacer sentir mejor a su novia, tomó su teléfono, buscó la canción y la escuchó. Luego, le pidió que repitiera las críticas que Chiyo había hecho.