Natsuki y Yuuko han tenido una relación de perros y gatos, algo a lo que se acostumbraron con el paso de los años y ambas disfrutan. Al entrar en la universidad, creyeron que, al estar en diferentes carreras y actividades, su tiempo juntas se reduci...
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Los ensayos de las diferentes bandas se realizaban sin mayores novedades. Las notas y acordes de las diferentes canciones se mezclaban en el aire de los pasillos de la cabaña. Todos daban su mejor esfuerzo para no decepcionarse a sí mismos ni a sus compañeros, sintiéndose plenos de que sus esfuerzos dieran frutos.
Sin embargo, no todo era esfuerzo y dedicación. Los momentos de comidas solían ser bastante distendidos y amenos, llenos de risas y jugueteos entre los compañeros del club. Incluso los más serios y taciturnos sonreían con frecuencia ante las ocurrencias de sus compañeros más extrovertidos.
La tercera noche del campamento, durante la cena, la presidenta del club anunció que en la última noche se llevaría a cabo un evento de integración con fuegos artificiales, juegos y diversas actividades para todos los miembros. Al oír esto, Natsuki y Yuuko se miraron y sonrieron con complicidad, gesto que no pasó inadvertido para quienes estaban en la mesa junto a ellas.
—¿Qué están tramando? —preguntó Miyuki.
—Nada malo. Solo una competencia de abdominales que solemos hacer durante este tipo de campamentos —respondió Yuuko.
—Por un momento temimos que no pudiéramos hacerlo este año debido a la forma en que está organizado el campamento —complementó Natsuki—, así que nos alegramos de que haya ese espacio. —Y encarando a su novia, agregó—: Espero que estés lista para la revancha, chiquilla.
—Más que lista. Este año no tendrás la suerte de que yo me enferme y no esté al máximo. Ya verás cómo te derrotaré.
—¿Y qué harán en caso de empate? —preguntó, para sorpresa de los demás en la mesa, Ranka.
—No sabía que te interesaban esas cosas, Ranka-chan —dijo Yukari con una sonrisa burlona.
Sonrojándose, la reservada guitarrista bajó la mirada y guardó silencio. Risa, a su lado, acarició su cabeza con ternura.
—Bueno, nuestras competencias suelen ser de una ronda de cien abdominales, por lo que es raro que empatemos —respondió Yuuko—. Creo que podríamos hacer rondas de diez adicionales hasta que alguna ya no pueda más.
—Vaya que les gusta llevar su cuerpo al extremo —expresó Hibuki con una sonrisa—. Me sorprende que no tengan una complexión más musculosa.
—Bueno, no tenemos rutinas de fisicoculturista —explicó Natsuki. Solo hacemos rutinas básicas para mantener la forma.
—Buen punto.
—Corríjanme si me equivoco —intervino Miyuki—, pero algo me dice que fue Natsuki quien, de una u otra forma, incentivó a Yuuko a empezar a ejercitarse. —Para su sorpresa, Yuuko negó con la cabeza—. ¡¿Fue al revés?!
—En ese ámbito ninguna incentivó a la otra —aclaró la rubia—. Natsuki ha venido ejercitándose desde niña por su cuenta, mientras que yo empecé gracias a la banda, ya que teníamos que hacer diversas rutinas para fortalecer nuestra capacidad pulmonar. Aun así, siempre tuve una buena condición física. De hecho, la primera vez que Natsuki me retó, yo la derroté.