PRÓLOGO

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- ¿Estás bien? -me preguntó una dulce voz que me cubría de la lluvia.

Me giré hacia arriba con mal humor. Se trataba de una chica la cual me estaba protegiendo de la lluvia con su paraguas. Ella me sonrió gentilmente, parecía ser muy guapa. En circunstancias normales, habría intentado conquistarla y jugar con ella hasta que me cansara, sin embargo, hoy dejaría que se marchara sin que ocurriera nada.

-No necesito tu ayuda -le contesté bruscamente.

-Si te quedas bajo la lluvia, podrías ponerte enfermo -me intentó hacer recapacitar.

- ¡Que te marches de mi vista! -le grité mientras me levantaba, apartando su paraguas de manera que cayó al suelo.

No soportaba todo esto, todas las chicas se me acercaban únicamente porque era atractivo. De no ser por eso, nadie se molestaría en pararse en mitad de la lluvia, eran todas tan egoístas. La chica me miró unos segundos mientras recogía su paraguas y frunció el ceño, parecía que lo había captado.

-No todos los días se acerca alguien a ayudarte -me replicó mientras comenzaba a alejarse – Adelante, sigue empapándote, no pienso resguardar a alguien como tú.

En ese momento, me sentí mal. Era cierto que se había alejado por mi conducta y era lo que yo deseaba, pero en el fondo esperaba que se quedara conmigo durante más tiempo. ¿Desde cuándo no había experimentado algo así de un extraño? Decidí seguir sus pasos para disculparme, pero cuando giré la esquina me di cuenta de que ya había desaparecido.

-Realmente... Se ha marchado -me quedé inmóvil pensándolo.

Unos meses más tarde...

Hoy finalmente era el primer día del nuevo instituto, era la primera vez que no iba a uno privado. Mi mejor amigo del anterior había decidido venir también, no quería dejarme solo. Después de todo, yo me marché por algo que ocurrió y que no tenía ganas de recordar. Nos sentamos tranquilamente a escuchar la bienvenida en un pequeño salón, aunque quizás para los que estaban acostumbrados a estas escuelas eran consideradas muy grandes.

-Aquí serás el rey del colegio, ya lo verás -me animaba Adrián con una sonrisa.

-Mi padre me ha llamado esta mañana y me ha dicho que tengo permiso para hacer ese juego -le comenté divertido.

- ¿Estás seguro de eso? -me preguntó incómodo -Creo que ya has cobrado venganza demasiado tiempo. Quizás las chicas de por aquí son mejores.

-Lo dudo bastante, a lo mejor caen aún más fácil -me reí mientras observaba a un grupo de chicas que no dejaban de observarnos. -Después de todo, solo les importa el físico y el dinero.

En el camino a nuestra aula, los chicos comenzaron a hablarme, parecía que se había extendido muy rápido el rumor de hoy y estaban encantados de participar. A lo mejor era muy sencillo hacerme popular y querido, agradecía haber elegido un lugar así. Las chicas estaban detrás de nosotros hablando de algunas cosas, aunque no podía seguir el hilo de sus conversaciones.

El profesor me dio la llave para entrar a la clase y nos dijo que volvería en menos de una hora, así que nos diéramos prisa para decidir los lugares. Los chicos me tendieron una libreta y un bolígrafo para poder apuntar. Entonces, les pedí a las chicas que hicieran una fila para poder clasificar de más a menos atractiva para ir situándolas en el aula.

- ¿Estáis de broma? -se quejó una -No somos simples objetos para que nos vayas calificando, ¿sabes?

-Tranquila, no pienso poner a ninguna un suspenso, todas sois hermosas tanto por dentro como por fuera -le dije mientras me acerqué a ella directamente -Además, realmente solo quiero que la más guapa de todas se ponga a mi lado. Me gusta que me lleves la contraria.

Te salvaré antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora