CAPÍTULO 5

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BIANCA

La siguiente misión fue, personalmente, una de las más tranquilas y aburridas. Estábamos disfrazados de guardias de seguridad en un museo, estaban exponiendo una joya muy importante el cual había prestado el jefe amablemente y no se fiaba del personal.

Para no levantar sospechas nos envió a esta zona a vigilar, como el instituto era por la mañana me tocaba ir por la noche. Mi compañero Daniel me hacía el favor de llevarme al instituto por la mañana y hacíamos turnos para dormir un poco. De no ser por él, mis energías estarían completamente agotadas.

Por ese motivo, le hablé a María para que no me esperara en la esquina de siempre para volver. Evidentemente se lo conté luego en persona y estaba preocupada por si esto afectaba a mi salud. Habíamos pasado una semana haciendo esto y, por suerte, hoy iba a ser el último día aguantando. Por desgracia, eso también se tradujo en que me tocaría dormir aquí otra vez.

No había pasado nada interesante, en cierto modo mejor, si tocaba enfrentarnos a algún ladrón o enemigo de la otra organización, no tendríamos fuerzas para poder detenerlo y no habría valido para nada este esfuerzo. El jefe nos llamaba todas las noches y nos felicitaba por lo bien implicados que estábamos. Como premio, esta vez me permitiría ver a mi hermano el próximo fin de semana y me daría un poco de dinero para dárselo a mis tíos.

Estaba tan contenta, solo me permitía hacerle una visita una vez al mes y con mi notable mejora, me había permitido verlo dos veces. Sentía que cada vez quedaba menos para que realmente fuera liberado. Sin embargo, esta última noche saltó una alarma y desde la cámara no notamos nada extraño. Pero, por si acaso, fui a ese lugar para comprobar que todo funcionaba correctamente.

Empezaron a sonar todas las alarmas de golpe y empecé a preocuparme. Acudí directamente al lugar donde se guardaba la espectacular joya. Allí había alguien intentando robarla, así que sin ningún miedo le disparé tres veces y acerté. El ladrón cayó al suelo y señalé a la cámara para que acudiera Daniel para ayudarme. Nos lo llevamos a la zona de cámaras y chocamos las manos por el excelente trabajo, lo teníamos completamente atado. Comprobamos que era un agente de la organización enemiga y le quitamos la máscara.

-Bueno, yo no la conozco –se adelantó Daniel –¿Qué hay de ti?

-Tampoco –admití –Si la llevamos, probablemente él...

-Cierto, pero si no lo hacemos, teniendo en cuenta que no es la primera vez que lo haríamos, la paliza nos la comeríamos nosotros... Como aquella vez... – empezó a recordarme.

-Y estas cámaras de seguridad no sabemos manipularlas –me resigné –Y el jefe tiene una cámara extra por aquí, por lo que podría notar cualquier cambio.

Tuvimos que llamar al jefe diciendo la verdad y nos felicitó por defender el lugar a la perfección. Envió a un compañero para que se la llevaran. Por suerte seguía durmiendo (mis balas producían que se durmieran instantáneamente, no mataban). El resto de la noche ocurrió sin interrupciones y pudimos tomarnos los turnos más relajados, aunque no pude dormir sabiendo lo que iba a sufrir esa mujer por haber mejorado mi puntería. Esperaba que al menos no la matara...

Empezó el lunes y, un poco antes de que nos tocara partir al instituto, vino el jefe a felicitarnos nuevamente en persona por el maravilloso trabajo que habíamos hecho, especialmente a mí. Hoy dábamos por finalizada la misión y nos daba la semana entera de descanso. Me dio el sobre donde estaba la tarjeta de un solo uso para poder visitar a mi hermano, le di las gracias y decidió llevarme él mismo al instituto. Me ofreció un café en el camino para poder aguantar el resto del día, aunque en el fondo sabía que no iba a ser suficiente, me tocó ser agradecida.

Te salvaré antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora