Manzanillas

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Привет (Hola), tal vez puedo empezar esto así, o presentándome con un idioma el cual se puede entender, pero porque hacerlo si de todas formas mi voz no se dará a conocer.
¿La gente en serio piensa en lo que hace? Ya que cuando era infante las marcas en mi espalda parecían hacerles reír, mi feminidad, no comportarme como hombre, les hacía bromear, pero yo solo tiraba un mar de lagrimas esperando a que alguien me salvara.
El jardín de ese gigante, frío, sombrío y tenue orfanato, era lo único salvable que hicieron esos monstruos que yo veía gigantes, pero solo se llamaban directores para aquellos que se hacían llamar compañeros pero yo les solía llamar depredadores.
Volviendo a mi único lugar moderadamente feliz en donde no se encontraban esta clase de estafadores los cuales decían amarme pero mis moretones en las rodillas cuentan siempre otras historia.
Las flores del jardín parecían la única alegría que emitía ese lugar tan horrendo.
Lleno de Manzanillas, típicas de la ciudad, tan bonitas... Parecían ser lo único que daban calma y serenidad. Son amarillas por el centro y blancas en el resto de su cuerpo, me encanta el color amarillo, siempre he pensado que tengo cierta conexión con dicho color porque todo lo hermoso surge de ahí.
Los que llegaban aveces al jardín eran otros chicos que eran "chistositos", estos querían pinzarlas y maltratarlas.
Las defendí siempre, muchos las odiaban, pero me mantuve firme, a tal punto de que no las querían quitar por mi.
El Artem de 10 años había conversado con el director y dijo que si quitaban el jardín, se quitaría la vida mientras que pasaran la máquina gigante.
Es triste pensar que un niño ya piense en suicidarse, porque nunca a sido ha broma esa intención o más bien depresión tan gigante que tenía desde el mundo en que agarre conciencia de en donde estaba.
Los momentos en el jardín fueron los mejores, le hablaba a dichas flores contándoles parte de mi vida, diciéndoles lo que me pasaba, porque no tenía a nadie más...
Pero de repente, me desperté una mañana, me vestí, desayune en el comedor gigante, grisáceo, lleno de gente la cual me juzgaba con esas miradas tan penetrantes que me hacía cuestionarme si tenía algo de malo despertase y realizar una actividad tan normal como lo es desayunar.
Después de comer el típico Kasha de todas las mañanas, me fui corriendo esperanzado de volver a ver mi anhelado jardín, mis amores Alias las flores.
Abrí las grandes puertas con toda mi fuerza, era alto, así que para mi no era tan complicado abrir esa clase de puertas.
De hecho, mis pies siempre sobre salieron de las cámaras, así que mis piernas siempre estaban congeladas por las mañanas y noches heladas de la gran ciudad de Moscú.
Te imaginarás mi cara perpleja, impresionada, porque mis Flores ya no estaban... Solo era un terreno sin nada.
Arranque en lagrimas por la desesperación que me daba, grite que las regresaran, de la rabia empieza a patear la gran puerta de madera que me dejo la pierna tan cansada que no podía caminar de la manera correcta.
En esos momentos presentí, que estaba condenado al abandono.
Vivo en un mundo redondo, en el que todo es posible, pero porque un amor estable ¿no lo es?
He sido torturado, maltratado, abandonado, dominado y silenciado.
Hasta que llegamos a otra realidad, una nueva familia que de todo me da.
Aunque a pesar de eso, yo actuaba muy nervioso por mis miedos al abandono, pero mi nueva familia a los 16, me trato muy bien.
Hoy en día, tengo 26 años y todavía no he superado todo lo que pasó, las 60 cicatrices cortas de mi espalda me carcomen las madrugadas en las que se me hace imposible dormir.
Pero... Al menos te tengo a ti, mi querido, tú para mi eres todo lo que está bien en mi vida.
Se que nunca te atreverías a abandonarme porque en serio me has dado la razón para amar a alguien después de todo lo que pase.
Eres mi dulce flor margarita, mi amado.

Más allá de mi cuerpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora