ᵐⁱ ʰᵉʳᵐᵒˢᵃ ⸙ 𝑫𝑬𝑰𝑫𝑨𝑫 「𝙺𝙰𝙸𝚂𝙰𝙶𝙸」

──── ⸙ ⋅✦𝙼𝚒 𝚜𝚎𝚛 𝚊𝚖𝚊𝚍𝚘✦⋅ ⸙ ────

En esa cálida noche despertó el emperador, cuando despertó escucho un pequeño ruido. Aún seguía algo dormido y con temor alzó su mirada y observo al causante.

El rubio quedó atónito, estaba completamente mudo al ver delante suyo. Sus lágrimas empezaron a caer nuevamente, se sentía muy feliz.

──¿Yoichi? ¿Eres tú?── dudo un momento, pensó que aún seguía en el mundo mágico, al cuál Ness lo mandó

──Pequeño Michael, disculpa la demora.── el ángel rio nervioso ──Tuve que ir y buscar por todos los lugares, a aquella persona que logro escapar.── comentó aquello con sinceridad, le confesó a su rey. Luego se acercó a él en lentos pasos

──¡Isagi!── a pasos torpes, se levantó y corrió a los brazos del otro. Había esperado con ansías su llegada ──Yoichi, te extrañe.── con desesperación abrazo la pequeña cintura del menor, quería sentir nuevamente su suave tacto. No había podido reconciliar el sueño en esos últimos días, sin su presencia

──Tranquilo pequeño Michael.── el ángel apenas y pudo sostenerse. Aquel rubio se le había tirado encima con desesperación ──Perdona mi espera, tuve que ir y asegurar tu seguridad.── con mucho amor, correspondió el desesperado abrazo del otro

Ya no le importaba nada, solo, soltó a llorar en el hombro del ángel. Se había sentido como un abandonado en esos días.

──Kaiser.── la mano del ángel tomó suavemente, el mentón del rubio y movió con cuidado, haciendo que ambos se observarán por un tiempo

Los azulados ojos se conectaron y poco a poco, ambos se acercaron. Se habían extrañado demasiado. Se unieron en un suave beso, en el cuál se probaban de su dulce sabor.

──Yoichi.── susurro contra sus labios, luego de parar aquel beso ──Te extrañe mucho, no me dejes nuevamente por favor.── con mucho dolor, rogó por esa simple petición

──Nunca lo haré, te prometo que ya no te dejaré de lado. Te amo, pequeño Michael.── sonrió con dulzura y le dio un casto beso en sus belfos

──Yoichi..── susurro nuevamente contra sus labios, su voz se había vuelto más profunda ──Te amo y quiero demostrarlo.── su tono salió tan ronco que sorprendió al otro

Nuevamente se besaron, solo que el beso empezó de manera tierna para pasar a uno más salvaje. Ambos habían sentido esa peculiar conexión, la cuál harían realidad.

──¡Mi señor! ¿Está usted bien?── interrumpieron el momento, ambos se habían sobresaltado del susto

──Ness, no entres, estoy bien.── con mucho esfuerzo habló normal ──Ve y dile a los hombres que busquen minerales valiosos. Tú ve y guía sus camino Ness.── ordenó de manera muy firme y seria, quería a su seguidor, pero estaba enojado con él por interrumpir tal momento

──Esta bien mi señor, tardaremos algunas horas ¿está bien con eso?── su voz había salido un tanto dudosa, la petición del mayor había agarrado desprevenido al hada

──Si, Ness. Vete.── ya estaba que perdía la paciencia, quería paz y tranquilidad. Un momento a solas con su amor

──Si, mi señor.── se escucharon suaves pasos alejarse de ahí, comprendió que el hada ya se había ido

Ambos chicos se miraron nuevamente, se sonrieron mutuamente y siguieron en lo suyo. El ángel se dejaba llevar, pues no sabía y mucho menos tenía idea de lo que Kaiser quería o iba a hacer.

──¿Qué haces?── su rostro demostraba pura inocencia, se notaba que era un ángel

──Tranquilo, ya lo sabrás Yoichi.── con su voz ronca, susurro contra su odio

Bajo las estrellas, en esa preciosa noche, dos individuos se unieron en carne y alma. Se hicieron en uno solo, la luna fue testigo de ese acto íntimo y amoroso que dos amados se dieron.

Nadie más lo sabía, solo ellos dos, pues solo les importaba la presencia del otro.

Quién diría que la noche se puede volver tan larga y placentera de un día para otro.

──Kaiser..── el ojiazul dejo escapar un suave jadeo, estaba sintiendo una nueva experiencia

──Yoichi, se mío para siempre.── una petición muy egoísta la que pedía, pero su corazón no permitiría o mejor dicho, no soportaría ver a su deidad con alguien más

Yoichi era su única luz de esperanza, era su tranquilizador personal. Aquel único ser, que podía apagar hasta su más grande ira.

Lo amaba mucho.