Athena Potter, una ravenclaw a la que le daban igual los estatus de sangre, al igual que su mellizo James Potter, siempre estaba a su sombra, pero eso le daba igual, por mucho que pelearan a veces, amaba a su hermano.
Todos siempre comentaban lo dif...
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Athena miró su examen de pociones, y sonrió ampliamente al ver que incluso había mejorado aún más en sus notas.
Lo cual era de esperar, se había estado matando a estudiar, tanto que incluso se saltaba algunas comidas, y era notable en su aspecto, sus ojeras habían oscurecido, en sus ojos relucía pleno cansancio, y tenía más legañas que ganas de vivir.
—Excelente como siempre, señorita Potter, siga así y conseguirá grandes cosas—la felicitó Slughorn—Quédese un pequeño rato después de clase.
La castaña asintió, y cuando la hora llegó, se acercó al hombre, quien tenía un libro en su mano.
—Usted es una de mis alumnas más apreciadas.
Athena sonrió con educación—Estoy encantada, profesor.
—Sí—asintió él—Verá, señorita, usted tiene demasiado talento, no puede ser desperdiciado. Por eso me gustaría darle este pequeño obsequio—le entregó un libro que lucía bastante antiguo, con polvo en la mayoría de sus partes.
—Vaya...—murmuró ella—Definitivamente es...
Slughorn soltó una gran carcajada—Se lo que estará pensando ahora mismo con tan solo ver el libro, pero no lo juzgues por su aspecto, señorita, los conocimientos que porta este libro son espectaculares, son pocos logran tener acceso a esto.
Athena asintió varias veces—Lo sé, profesor, créame, lo cuidaré con mi vida. Muchas gracias.
Slughorn sonrió levemente—Tengo plena confianza en que usted le dará un buen uso, sobretodo para las pociones que hace a escondidas de los demás—le guiñó un ojo.
La Potter abrió los ojos mucho, sorprendida de que su profesor la hubiera descubierto, ni sus mejores amigos sabían de eso.
—¿No me tomará como un ingenuo, verdad?—preguntó divertido—El único requisito que pido a cambio de guardar su secreto, es que investigue el libro para mejorarlas.
—Mil gracias, profesor—Athena sonrió ampliamente.
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—Come—Percy le tiró un panecillo a la cara.
—¡Auch!—exclamó Athena—¿Por qué estamos siempre tirando panecillos a la gente?
—Que delicadeza—murmuró con sarcasmo Pandora.
Percy se encogió de hombros—Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
Los hermanos Greengrass comenzaron a discutir sobre las maneras que tenían de manejar situaciones. Athena aprovechó eso para escapar de ellos y se dirigió hacia uno de sus sitios favoritos.
