Athena Potter, una ravenclaw a la que le daban igual los estatus de sangre, al igual que su mellizo James Potter, siempre estaba a su sombra, pero eso le daba igual, por mucho que pelearan a veces, amaba a su hermano.
Todos siempre comentaban lo dif...
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Athena se despertó sintiendo algo encima de su cabeza, frunció el ceño, todavía con los ojos cerrados, y dio una vuelta en la cama para acomodarse.
De repente, escuchó un maullido y como algo caía al suelo.
Abrió los ojos, levantándose con rapidez—¿Azrael?—gritó medio dormida mirando hacia el suelo.
Azrael era el gato que había adoptado en aquella tienda de mascotas en su primer año, y también había sido la primera vez donde había visto a...
No, no, negó con la cabeza intentando alejar esos pensamientos, ahora hasta su simple nombre era palabra tabú para ella.
Al agacharse para coger en brazos a su amado gato, giró la cabeza confundida al no reconocer a su mascota, llevaba demasiados años teniendo a Azrael, y ese gato definitivamente no era el suyo.
Confirmó su teoría al notar que ese gato no le mordía el brazo cuando le tenía en brazos, se acurrucaba en ella.
—Tu no eres Azrael...—murmuró.
El gato maulló en respuesta, como si tratara de decirle "tu que crees"
La castaña salió de su habitación para buscar a su amiga, la cual encontró en uno de los sofás de la Sala Común.
—Dora—la llamó sosteniendo todavía al gato desconocido en sus brazos.
La mirada de la rubia se dirigió hacia el animal que tenía la Potter—¿Quien es esa cosita tan mona?
—Desde luego no Azrael—señaló con la cabeza a la bolita que estaba en el regazo de su amiga.
—Adóptalo—la mirada de Pandora se iluminó ante la idea de tener a un animal más en su habitación, y es que la Lovegood era una amante de los animales, le fascinaban, siempre que podía, acogía a unos cuantos en su habitación, ya era costumbre para la castaña llegar a la Sala y encontrarse con cinco animales nuevos.
—No creo—Athena hizo una mueca—A lo mejor este gatito es de alguien—murmuró sentándose en el sillón junto con ella, colocando con suavidad al gato con Azrael.
—Entonces llévalo contigo por todo el colegio y ve preguntando, después de todo, es sábado—Pandora se encogió de hombros.
—No se...—Athena ladeó la cabeza—¿Y si Azrael se pone celoso y me odia para siempre?
La rubia bajó la cabeza hacia los gatos y sonrió con diversión—No le veo muy celoso, la verdad.
Athena imitó su gesto y levantó las cejas al ver como los dos gatos se habían acurrucado entre si.
