Athena Potter, una ravenclaw a la que le daban igual los estatus de sangre, al igual que su mellizo James Potter, siempre estaba a su sombra, pero eso le daba igual, por mucho que pelearan a veces, amaba a su hermano.
Todos siempre comentaban lo dif...
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Era oficial, James la odiaba, y Athena odiaba que su hermano nunca pudiera cambiar de mentalidad, que por fin pensara algún día que no todos los Slytherin eran malas personas.
—Vamos, Athena, no puedes estar así por tu hermano siempre—Marlene la consolaba junto con Dorcas, quienes estaban juntas en la Sala Común cuando habían escuchado lo ocurrido James, por lo tanto eran conscientes de la situación.
—Potter es un idiota—murmuró Dorcas—Tiene que aprender que tomas tus propias decisiones, y si no lo ve, que le den.
La rubia asintió ante las palabras de su novia—Un poco duro de asimilar, lo sé, Athena, pero con el tiempo James lo entenderá, porque no tendrá más remedio, ya verás.
La Potter sonrió—Gracias, chicas, me habéis ayudado mucho durante estas semanas.
—¿Por fin saldrás de este oscuro cuarto?—Marlene se levantó con rapidez feliz.
—Menos mal, ya estaba harta de la habitación de Bartolomé, tiene gustos terribles para decorar—se burló Dorcas.
Athena soltó una carcajada.
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Decidida, la Ravenclaw entró en el Gran Comedor, y para sorpresa de muchos, se sentó en la mesa de Slytherin, concretamente al lado de Barty Crouch Jr, el chico, con un semblante sorprendido también, se quedó quieto al ver como Athena le agarraba de la cara para acercarse a él, y comerle la boca delante de todos.
Evan, Dorcas y Regulus la miraron asombrados mientras que los demás susurraban cosas como "¿Athena Potter y Barty Crouch?" "¿Qué pensará su hermano?" pero no le podían importar menos a ninguno.
—Creo que me he perdido unas cuantas cosas—murmuró por lo bajo el menos de los Black a sus amigos.
—Demasiado.
—Veo que por fin no te importa lo que piensan los demás—Barty la agarró de la cintura, besándola una vez más cuando ya nadie les prestaba atención.
Bueno, no nadie, además de la furiosa mirada que James les daba, el Crouch notó otra también.
No era ni más ni menos que Sirius Black, quien miraba a Barty con odio, el cual se dio cuenta de que las dagas que le estaba enviando el Black mentalmente estaban llenas de celos, celos de que Barty hubiera podido conquistar a la Potter en unos cuantos meses, mientras que él lo llevaba intentando años.
Barty sonrió, disfrutando el momento, y apretó el agarre de la cadera de Athena mientras volvía a besarla con más intensidad, feliz de que ya no tuvieran que ocultar nada.
