Athena Potter, una ravenclaw a la que le daban igual los estatus de sangre, al igual que su mellizo James Potter, siempre estaba a su sombra, pero eso le daba igual, por mucho que pelearan a veces, amaba a su hermano.
Todos siempre comentaban lo dif...
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Athena salió lo más rápido que pudo del pasillo, dejando atrás al enano, quien ahora perseguía a otra chica.
—¿Podría haber sido peor no?—la intentó consolar Percy, el cual recibió una mirada asesina por parte de Athena.
—Mejor vamos al Gran Comedor para olvidarnos de... Lo que sea que fuera esta mierda por parte de Crouch—murmuró la chica.
Pandora alzó una ceja—¿Por qué estás segura al cien por cien de que ha sido Barty?
—Lo he asumido.
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A la Potter ya se le había olvidado un poco el incidente del poema, y ahora comía un puré de patatas mientras oía de fondo como Percy les contaba como habían pillado a Lucius y Narcissa en el baño de prefectos.
De repente, entre todo el barullo que hacían todos los alumnos como de costumbre, se empezó a escuchar música a todo volumen, lo que provocó que la mayoría se quedara callada.
—¡Esto va para ti, jolie!—se escuchó a alguien exclamar.
Athena abrió mucho los ojos con pánico, no otra vez, por favor.
Barty se acercó a la mesa y se subió a ella para caminar hacia la castaña mientras en sus manos sostenía un pequeño cartel donde ponía "¿Irías este sábado a Hogsmade conmigo, jolie?"
—¿Y qué, aceptas jolie?—el chico le guiñó un ojo.
La Potter, enfurecida, le dirigió una mirada llena de odio—Me las vas a pagar Crouch...
—¿Qué?—Barty sonrió—¿Eso fue un sí, pequeña Potter?
—Eso fue un "vete a la mierda y déjame en paz"—espetó.
—¡Crouch bájate de la mesa!—exclamó McGonagall yendo hacía él.
—Nos veremos el sábado, jolie.
—¡Qué nunca acepté!
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Habían pasado unas cuantas horas desde los dos momentos que sin duda para Athena habían sido los más vergonzosos de su vida.
Y ahora lo hablaba con Percy mientras estaban en clase de Pociones, con Slughorn, quien le tenía bastante favoritismo a la Potter por ser tan buena en su asignatura, ella y Lily Evans eran sus alumnas estrella y no lo ocultaba.
—¿Y por qué lo haría pasar mal, no una, si no dos veces?—murmuró Percy algo molesto.
La chica simplemente se encogió de hombros y continuó añadiendo ingredientes a su poción.
