🥀Capitulo IV: Un detalle sin importancia🥀

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Ya han pasado meses desde aquel horroroso día y nada volvió a ser igual.

Al menos no en mí.

Compré sudaderas y camisas manga largas para tapar las huellas que dejaron sus manos sobre mí con un poco de dinero ahorrado y con lo que me regaló la señora Susana por esa fecha que ahora genera sabores amargos en mi corazón.

Sé será cuestión de días para desaparecer las marcas en mi piel, pero por más que lo intenté jamás lograré sanar el dolor que ocasionaron sus palabras junto al desprecio de mis padres.

Supongo que debo acostumbrarme a que las personas que quiero y admiro son las que más me lastiman.

¿Puede ir algo peor?

Sí.

Las pesadillas son constantes y mi estado de ánimo cada vez es peor, la tristeza se volvió un peso más en mi corazón que me impide —en la mayoría de los casos— respirar correctamente.

Los estudios dicen que pueden ser ataques de pánico, pero solo es tristeza y un poco de drama mezclado, por primera vez desde que tengo uso de razón, los estudios mienten, sus cifras no son correctas y los sueños no se cumplen.

Yo solo quería tener paz y felicidad.

Era lo único que le pedí a las estrellas en navidad.

Y no me lo conceden.

El dolor no cede y mucho menos desde que papá volvió a casa, parezco una chica de servicio mientras que mis hermanos y padres son aquellos descuidados amos a los que le vale mierda lo que pase con mi vida.

¿Verdaderamente comparto sangre con estos degenerados?

No merezco una vida así, yo no merezco que Josué haya invadido mi espacio personal de esa manera.

No merezco que mis padres me hayan hecho a un lado de esa forma.

No merezco esta familia.

No merezco las cosas malas que me hacen por culpa de él.

Estudios demuestran que no y aun así mentí para salvarles el pellejo, le dije a la señora Susana que yo no había querido ir a ese viaje porque me da miedo el mar.

Si ella me conociera sabría que amo el mar y que muero por navegar en Los Roques y conocer las aguas de la Isla Marshall o visitar la isla de las cobras.

Pero nadie nunca quiere escuchar mis sueños.

Obviamente no merecía escuchar a mi hermana hablar maravillas de aquel viaje, dónde tuvo la familia de sus sueños, olvidándose que yo también yo debía celebrar la asquerosa vida que llevo.

Nuestra diferencia es de minutos, mientras yo nací el 13 a las once y cincuenta y nueve de la noche en mil novecientos noventa y uno, ella lo hizo el catorce a las doce y cinco de la madrugada.

Yo fui fruto de un error y ella de su "amor".

Un amor a base de mentiras y engaños.

Él no merece a mamá, a Pau, ni a Lina, ni su admiración.

¿Y tú sí?

Yo sí los merezco.

Yo merezco admiración por soportar todo lo que he pasado por su culpa.

Veo la sangre recorrer mis manos y muslos, pero el dolor no es comparado al que siento en mi corazón.

¿Y si hago cortes más profundos pero esta vez en horizontal? Quizá todo desaparezca y al fin abandone esta vida que ha sido tan miserable conmigo.

El diario de Lette 🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora