Capítulo: 8

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  No sé, pero me siento feliz cuando ando con él, siento que cada vez que nos vemos a los ojos es mágico, es como si el tiempo se detuviera.

—Oye, tierra llamando a Tom. — vi a Star con una ceja levantada, de brazos cruzados y con una mirada seria— ¿Me estás escuchando?

—No— no me moleste en fingir haberla escuchado.

  Suspiro,  luego frunció más el ceño, y descruzo los brazos,  su expresión cambio a una de burla.

—¿Pensando en Marco, Tom?— juro haber visto su sonrisa pícara.

—¡¿Que?! No, ¿por qué estaría pensando en él?

—Tom se que te conozco lo suficiente para saber que estás enamorado, además de que no lo disimulas.

  El ambiente quedó en completo silencio, parecía que ninguno queria hablar, pero se que tenía que explicar. Suspire y me digne a hablar.

—Tienes razón, estoy enamorado.

—De Marco— afirmó.

—Si, de Marco.

—No te preocupes, no le diré nada, más bien te ayudaré, para que no cometas alguna estupidez.

  Nos echamos a reír, luego comenzó a decir cosas que le gustan al moreno, la pasamos bien, luego llegó Marco y detuvimos nuestra charla.

  Star se fue, dejándonos solos, no me quejo pero hubiese sido mejor que fuese menos sospechosa la manera en la que salió, no dijo nada, actúo fuera de como ella actúa.

  Marco se levantó para ver que tenía la chica, pero no pudo dar un paso cuando yo lo había agarrado de la mano.

—¡Ah!— me miraba— ¿Que sucede? ¿No vez que quiero ver que sucede con Star?

—Ella esta bien, nada más esta así por algo familiar— no iba a desaprovechar la oportunidad que me otorgó—. Se le pasará, solo no hay que molestarla.

—Ok, tú la conoces más tiempo que yo.

  El se volvió a sentar en el sillón, nos quedamos así como unos cinco minutos, el silencio no era incómodo, era más bien agradable.

—¿Que hacemos?

—Mmm, ¿qué es lo que quieres hacer?

—Bueno, yo tengo un poco de hambre.

—De acuerdo, ya sé que haremos, tú cocinas y yo busco unas películas, ¿está bien?

—Si, pero ninguna romántica.

—Entendido.

  Él fue al la cocina, yo me dispuse a poner la película.

—¡Ya encontré una buena!— grite.

—¡A la comida le falta poco!

  Yo me levanté del sillón, caminé asta la cocina, vi que Marco estaba haciendo echo nachos, palomitas, unos pasteles de carne y una pizza

—Yo pensé que ibas a hacer algo sencillo.

—Va a ser una noche de películas, lo cual significa que necesitamos comida que alcance hasta que nos vayamos a dormir.

—¿Que huele ta rico?— dijo Star entrando a la cocina.

—Star, ¿quieres acompañarnos a ver películas?— propuso Marco.

—Por mi no hay problema— di mi opinión.

—Yo buscaré más almohadas— dijo la chica mientras salía de la cocina.

  No había detallado que Marco le quedaba muy bien el delantal.

—¿Sucede algo?— ahí me di cuenta de que lo miré mucho tiempo.

—¿Qué? No, no sucede nada— salí de la cocina y fui a la sala.

  Star bajaba las escaleras, y se dio cuenta de que yo ya estaba en el sillón.

—¿Sucedió algo?

—Me quedé mirándolo mucho— murmuré un poco alto, para que escuchara.

—¡Jajajajaja! ¿Es enserio? Puf jajajajaja.

—Cállate.

—Lo siento, jaja pero es que tú ni siquiera sabes como disimular— lo ultimo lo dijo en un susurro.

—Lo sé, pero tampoco significa que te burles.

—¡Disculpen! ¡Necesito que alguien me ayude a llevar la comida!

—¡Voy yo!— dijo, mientras me dejaba solo.

  Entraron, cada uno con dos bandejas llenas, acomodaron todo y fueron a buscar un poco más.

—¿De que trata la película que veremos?—
Pregunto la única chica del grupo.

—Es una de un grupo de niños, que huyen de un payaso, el payaso es un come almas, usualmente los come almas sobre viven comiendo almas, ya sea se animales o personas, o alguna otra raza— explique.

—Es un tema interesante el que acabas de explicar.

—Si quieres te enseño más, ¿qué te parece?

—Me parece muy bien. Ahora pon la película— pidió Marco.

  Pasamos el resto de la noche viendo películas, en una de esas Marco se asustó y se aferró a mi brazo.

—¿Marco?— le levanté una ceja.

—P-perdón, me asusté un poco— me miró avergonzado.

—No te preocupes, nada malo va a ocurrir mientras yo esté aquí— lo acomode, para abrazarlo.

—Gracias.

  Continuamos viendo la película. Cuando terminó, vi que Star y Marco se habían quedado dormidos, Star estaba con las cobijas que había traído, me levanté y le dejé una a ella, cubrí a Marco con el resto de las cobijas, yo no necesito cubrirme con ninguna cobija ya que mi calor corporal es lo suficiente alto como para no necesitar cubrirme.

—¿Qué?

  Cuando me estaba a punto de irme a mi cuarto, de repente siento que algo me jala, miro y veo que Marco se aferraba a mi brazo.

  Me acosté a su lado y nos cubrí con las cobijas, comense a utilizar mi calor corporal para mantenerlo caliente. Detalle cada facción de su rostro.

  Me quedé tan embelesado que no note que ya estaba amaneciendo.

—Buenos días— dijo una Star adormilada.

—Buenos días— le respondí el saludo.

—¿Dormiste un poco?

—No, sabes que nada malo me va a pasar si no duermo algunos días.

—Tch, sabes que te pones de mal humor cuando no duermes.

—Lo sé, pero tampoco tenía sueño.

  Vi que ella me comenzó a ver con una sonrisa ladina, ahí me di cuenta del por qué, Marco estaba aferrado a mí.

—Con razón no dormiste lo que quedaba de la noche.

—Cállate.

—Ummm— se removió él bello durmiente.

—Duerme, yo me encargo de limpiar y hacer el desayuno.

—De acuerdo— dije.

El baile de la luna rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora