Capítulo: 14

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Inhale y exhale, me comenzaron a sudar un poco las manos, me picaba el cuello. Busque calmarme, y no lo logre, comencé a caminar por el cuarto.

—Cálmate, ni siquiera le has dicho nada y ya andas nervioso.

—Perdón, Star, pero tú sabes cómo me pongo cuando se trata de estos temas.

—Si, lo sé bastante bien, después de todo fui tu novia, se cuando quieres que algo salga perfecto.

—¿Qué piensas que me valla a decir?

—Yo creo que dirá que si. ¡Ya deja de caminar!

—Lo siento.

   La vi suspirar mientras se agarraba de la sien, se le notaba el cansancio, y claro que esta cansada, yo no la deje dormir en gran parte de la noche.

   Hace unas horas le pedí a Star que me aconsejara para llevar a Marco a una cita, ella no se negó. Me dijo cosas que en los pocos meses que llevo viviendo con ellos, yo no sabía de él moreno.

   Luego de tranquilizarme, me quedé quieto, pensando en cómo pedirle al mexicano que saliera conmigo.

—¡Tengo una idea!— la mire con clara curiosidad— Cuando él se levante, tú te acercas y le preguntas si esta libre el sábado, si te dice que si, que es lo más probable, tú vas al grano y le dices que si quiere salir contigo el sábado.

—¿Qué?

—No te compliques la vida, solo tienes que hablar con normalidad, eso es todo. No sé por qué te complicas la vida.

—Pero...

—Nada de peros, así le vas a decir, con tal, ya ideamos la cita.

   Me resigne a hacerlo así, ya que no quería pelear una pelea perdida, por que cuando Star dice algo y se le ve determinación, uno no puede refutarle.

—Ahora, vete de mi cuarto y déjame dormir— dijo mientras me sacaba a patadas del cuarto.

   Espere a que se levantaran, mientras esperaba me dispuse a cepillarme y echarme un baño para calmar los nervios. Escucho que alguien toca la puerta del baño.

—¿Hay alguien dentro?— enseguida reconocí la voz.

—Ya salgo.

   Termine de secarme, me puse la toalla y abrí la puerta.

   Él entró, yo antes de salir agarre valentía y le dije:

—De casualidad tienes algo que hacer el sábado— se volteó a mirarme.

—No, ¿por qué?

—Quería saber si quieres salir conmigo el sábado— no pude evitar sonrojar me—. Claro, si tú quieres.

—Si, si quiero. ¿A qué hora?

—A las dos y media.

   Salí con una gran sonrisa, me sentía muy feliz. Fui a hablar con con la mewmana.

   Ya sabía que iba a pelear por no dejarla dormir, pero yo ya no podía con la emoción que me dio la respuesta de ese chico que me vuelve loco.

   Al final terminé escuchando uno de esos gritos agudos que a nadie le gusta.

—¡Te lo dije! ¡Tenía razón! ¡Yo lo sabía!

—¡Si, pero es necesario gritar!— dije en el mismo tono que ella habló.

—Ups, perdón.

—Ya, no te preocupes por eso.

—Por que gritan tanto— dijo el moreno entrando al cuarto.

El baile de la luna rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora