Capítulo: 10

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   Ya estamos en el bosque, las chicas se encargan de la comida, los chicos y yo, no encargamos de poner las tiendas de dormir.

   Veo que solo hay cuatro tiendas, voy a preguntarle a Star, me responde que a mi me toca compartir con Marco, ya que ella compartirá con Janna.

   Todos estuvimos jugando, bromeando. Ya se había hecho de noche,nos reunimos en un círculo alrededor de la fogata.

—¿Quién comienza?— preguntó la peli negra.

—¡Yo!— dijo una muy emocionada Star.

   Se preparó la garganta, inhalo y exhalo, luego se quedó un poco pensativa.

—"Acaricié tiernamente a Max mientras esperábamos la llegada del veterinario. Sus gemidos y ojos llorosos me rompían el corazón.
Corrí a la puerta en cuanto escuché el timbre. El veterinario entró, y yo le expliqué la situación actual. Él empezó a atender a Max mientras yo daba vueltas por el cuarto esperando que lo salvara. Sin embargo, tras un largo rato de atenciones Max abandonó éste mundo.

—Lo siento, Laura— me dijo mi antiguo compañero del colegio—. Hice lo que pude, pero no soy doctor, sabes que solo soy veterinario.
—Por favor— le supliqué, aún con el rostro hinchado por los golpes—, ayúdame a deshacerme del cadáver. Ya te dije que todo fue en defensa propia.

Él tras muchos titubeos, aceptó. Entonces cargamos a Maximiliano, mi esposo apuñalado, y lo metimos a la camioneta. El veterinario y yo condujimos hacia el bosque, a través de la madrugada"— fue lo que dijo, mientras miraba la expresión de todos, y como no, si nadie se esperaba esa historia.

—Me gustó— dijo la peli negra.

—¿Quién sigue?— pregunto la rubia.

—Vengo yo— se ofreció el peli negro.

—"El abuelo coloca la mano en los labios de la niña.

—Shhh... tranquila, nena, tranquila— dice en voz baja.

La niña no deja de temblar. El miedo le recorre el cuerpo.

—No hagas ningún ruido. No quieres que la abuela se de cuenta ¿verdad?— continúa diciendo con los labios muy cerca de él oído de la pequeña—. Ella no debe vernos, sabes lo que nos pasará si nos ve. Debemos ser silenciosos.

Y mientras el abuelo y la niña están debajo de la mesa, la abuela recorre la casa con un hacha en la mano. Parece desorientada, su mente le ha traicionado de nuevo. Ella está buscando (según ella) a dos intrusos que se metieron en su casa".

—Yo pensé que el viejo la iba a violar— comento el mexicano—, por como comenzó la historia.

—Yo también lo pensé— concordó Jackie.

—Vengo yo— dice Janna.

—"Hoy me encontré con un hombre de rostro putrefacto, escurriendo saliva roja. Hace mucho que no me encuentro con uno de estos.

Su ropa estaba desgastada y rasguñada. En su camisa se notaban manchas de sangre, la cual, tal vez no era de él. Sus ojos no eran más que dos lienzos en blanco y en su boca se hallaban restos de carne.

No recuerdo la última vez que vi uno de estos.ni siquiera recordaba que existían.
¿Cual era el nombre que le dábamos?
¿Como solíamos llamarlos?
Ya lo recuerdo:
ESPEJOS.

Debo alejarme del cristal y seguir caminando. Hay momentos en los que logro volver en mí, pero la necesidad de carne hace que me pierda nuevamente"— finalizó con voz un poco lúgubre.

—Me toca— hablo Jackie.

—"La niña camina por la calle, pero es como si nadie pudiera verla, nadie advierte su presencia.

El baile de la luna rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora