Capítulo: 15

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   Al día siguiente de la cita de mis amigos, Tom no se aguantó para contarme lo sucedido, me despertó a las seis de la mañana. Contó todo detalladamente.

   Cuando Marco se levantó, espero un rato para poder cepillarse, bañarse y hacer el desayuno, después me contó también a detalle.

   Me sentía muy feliz por ellos, pero a mi opinión iban muy lento, pero cada relación tiene su ritmo, por eso no digo nada, es mejor esperar y ver que pasa.

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   Estaba encerrado en mi cuarto, estoy esperando que fueran las dos, tengo que reunirme con mi madre.

   El tiempo pasaba lento, el aburrimiento se hacía relucir. Me puse a pensar en el ayer, momentos de mi niñez, el como pasa rápido el tiempo. Sonreí por los recuerdos.

   Escuché el toqueteo de la puerta, era suave. Me levanté a ver quién era.

—Lamento las molestias, pero, necesito que vengas conmigo, ahora— dijo la chica.

—¿Cómo entraste? ¿Qué sucede?

   La chica no espero respuesta y me jalo de la mano en dirección a un portal.

—No hagas ruido— susurró—, no queremos despertar a nuestros padres.

—¿Qué sucede, Lilith?

—Quiero que me hagas un favor.

—Si quieres un favor, ¿por qué me traes así? ¿Por qué no me llamaste por algún espejo?

—Por que no ibas a venir— detuvo su paso, se volteó y me miró.

—¿Por qué no iba a venir cuando se trata de mi hermana?— la observé con ojos expectantes.

—Es porque necesito que me ayudes a resolver el examen de historia demoníaca.

   Levante mi brazo para golpearla, pero lo baje y di un  suspiro de resignación.

—Te  hubieses esperado y te lo hubiera explicado sin la necesidad de arrastrar me— la mire con enojo falso, la verdad si buscaba con que entretenerme, y que mejor entretención que tu hermana menor.

—¿Hoy es domingo?

—Si— no pude aguantar la risa al ver su cara y comencé a carcajearme.

—¡Oye! ¡No es gracioso!— grito por lo bajo.

   Pase el resto del tiempo explicando la historia de los demonios, el funcionamiento del cuerpo, el poder dependiendo del demonio y las distintas razas.

   Fue divertido ver el ceño fruncido de ella.

—¡Deja de reírte! O mamá y papá sabrán que no estudié y tuve que pedirte ayuda.

—No es mi culpa que seas una perezosa.

—Cállate, tú no puedes decir nada, ya que tú le pediste ayuda a alguien más, en vez de pedirle ayuda a tu hermana— dijo dramatizando.

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   No sabía que hacer, hacía calor y estaba aburrido, tampoco tenía ganas de hacer nada.

   Decidí molestar un rato a Star, con tal, ella estaba igual o más aburrida que yo.

   Me fui a su habitación, toque su puerta y esperé a que abriera.

—Marco, ¿qué pasó?— dijo adormilada.

—¿Estabas durmiendo?

—Si, no dormí muy bien y me levanté temprano.

El baile de la luna rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora