Capítulo 09

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Lalisa Manobal.

Gwen Jeon.

No puedo creer que ese idiota lo haya hecho.

Desfilando a su futura amante frente a su esposa.

El dolor abrasador a través de mí es similar a la primera vez que Ji-yong me informó que iba a compartir con otro hombre lo que yo pensaba que era sagrado entre nosotros. Estaba devastada, furiosa incluso. Pero cuando me negué a su pedido, supe quién era el fuerte en nuestra relacion.

Ji-yong me puso de rodillas esa noche y a través de mis lágrimas y súplicas no tan silenciosas, le supliqué a Ji-yong que despertara y viera lo que me estaba haciendo. En una sola noche, arrancó el amor de mi corazón ganado con tanto esfuerzo y lo reemplazo con algo oscuro y enfermizo.

—Eres una chica tranquila —murmura Sadie, la atractiva mujer rubia, mientras agarra mi plato ahora vacio— ¿Quieres ayudarme en la cocina?

Estoy ansiosa por escapar del comedor donde su hijo balbucea sobre dibujos animados de los que no sé nada, y la esposa de Jungkook me mira como si fuera algo podrido. Ella había sido todo sonrisas hasta que no me atreví a darle la mano. ¿Cómo se estrecha la mano de otra mujer cuando momentos antes estaba deseando a su esposo?

La bilis me sube por la garganta y desearía tener más vino para pasarla. Afortunadamente, una vez en la cocina, Sadie parece sentir mis niveles de estrés. Saca una botella de ron del armario y vierte un poco en una taza de café. El café caliente se vierte en la taza junto con el licor. Estamos en silencio mientras se llena. Una vez que está hecho, lo empuja a lo largo del mostrador hacia mí.

—Te gusta Jungkook —dice en voz baja, y
por lo general, me gusta una pizca de azúcar en mi café, pero esta noche busco el líquido anestésico que tendrá que ser suficiente como sustituto.

—Él es mi jefe —murmuro tan cortesmente como puedo a pesar de la furia que ruge dentro de mi.

—Él no trae empleados. Nunca. Así que debes ser especial —me dice y me ofrece una pequeña sonrisa.

Aprieto la mandíbula y trato desesperadamente de no decir nada de lo que me arrepienta mañana.

—No me siento muy especial, me siento horrible y avergonzada. Pobre Gwen — Aunque Gwen parece odiarme, no puedo evitar sentir remordimiento por ella. Jungkook es un idiota infiel, había calor y deseo en sus ojos, el hombre quería follarme, y si lo hubiera dejado, lo habría hecho.

—Oh, ¿así que lo sabes? —ella pregunta, sus cejas juntándose— ¿No sientes lástima por ella?

—Bueno, si tuviera que vivir con Jungkook, también sentiría pena por mí —le susurro a la aparentemente agradable mujer.

Mi ira está fuera de lugar, quiero agarrarlo por su estúpido cuello y sacudirlo por engañarme.

—Él no es tan malo —bromea Sadie— Incluso si es un poco fanático de la limpieza. Creo que eso es lo que más le molesta a Gwen.

La miro boquiabierta como si hubiera perdido la cabeza. ¿La pulcritud es el problema de Gwen con Jungkook? ¿Qué pasa con su polla ansiosa?

—¿Ustedes, chicas, se divierten sin mí?— Gwen pregunta en un tono frío detras de nosotras. Ambas nos giramos para mirar a la mujer pequeña. Sadie me mira y la culpa brilla en sus ojos.

—No me siento muy bien —les digo a ambas mientras abandono la humeante taza de café caliente— Creo que tomaré un taxi a casa.

Gwen entrecierra los ojos hacia mí.

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