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Capítulo 23

Lalisa Manobal.

Miro mi teléfono con confusión. ¿Se valiente?

Las palabras crípticas de Jungkook envian una alarma a través de mí. Con él, me olvido de estar siempre pendiente de mi entorno. Me he sentido protegida de Ji-yong, incluso si Jungkook me estaba acechando como un asqueroso acosador.
Un asqueroso acosador sexy.

Dios mío, tengo problemas.

—Así que, de todos modos, la doctora Ward cree que debería asumir la tarea con un amigo o un miembro de la familia. Jungkook siempre se ha ofrecido a ayudar cuando estaba lista, pero me gustaría que fueras tú —dice Gwen mientra hurga en sus huevos— Quiero decir, si quieres.

La miro y sonrío.

—Me encantaría ayudarte. Lo sabes.

—Sé que piensas que soy repugnante —murmura, con lágrimas brillando en sus ojos— Simplemente se salió de control.

Me estiro sobre la mesa y agarro su mano.

—Juntas podemos resolverlo, Me encanta limpiar y organizar las cosas. Cuando eche un vistazo, vi algunas cosas útiles que se pueden salvar. Apuesto a que podrías donar muchas cosas a los necesitados.

Sus labios se curvan hacia un lado.

—Creo que eso me gustaría. La doctora Ward dice que necesito conectarme con la gente, no con las cosas. Piensa que debería preguntarle a algunas iglesias locales si nos ayudarían a limpiar la basura.

—Creo que es una gran idea —le digo
suavemente— Y solo piensa, una vez que hayas limpiado tus habitaciones, tal vez podrías ayudar a tu mamá con su casa.

Gwen solloza y aparta su mano de la mía para secarse una lágrima.

—Jungkook dijo que una vez que se limpie la casa, podemos traer a mamá de vuelta. Que podemos contratar a una enfermera para que la cuide. Y con él hablando en serio contigo...—se calla— Pensé que podría volver a mudarme para cuidarla.

—Creo que a ella le gustaría eso —le aseguro— Entonces tal vez podamos arreglarla, redecorarla y hacer que se vea bien.

Ella asiente.

—¿Crees que papá volvería a casa entonces? —sus ojos se suavizan y me mira con una mirada tan inocente que me duele el corazón. Todo lo que puedo pensar es en la forma en que obligó a Jungkook a comerse a su mascota. La ira crece dentro de mí, pero no la dejo ver. Al parecer, era demasiado joven para saber lo imbécil que era su padre con Jungkook.

—Tal vez —le digo para consolarla.

Empieza a balbucear sobre uno de los cuadros en los que está trabajando. Asiento con la cabeza y me comprometo, pero mi mirada sigue lanzándose por la ventana.

Se valiente.

Todo lo que Jungkook hace y dice tiene una razón. Todo lo que hace gira en torno a mí.

Gwen sigue divagando.

Mis ojos siguen vagando por la calle cuando se posan en algo que me hela la sangre.

Al otro lado de la calle, un hombre se apoya en un elegante vehículo. Lleva una gorra de béisbol y su cabeza está baja, ocultando su rostro, pero algo en su postura es familiar. Su cuerpo es más grande y más lleno, como si hubiera pasado seis años seguidos haciendo ejercicio.

Sé exactamente cómo me encontró.

El artículo periodístico.

Mi promoción fue salpicada por todos lados en uno de los periodicos más grandes del país.