Prólogo

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❝Aemon Velaryon❞









Fue a finales del año 92 d.C. en el que la princesa Rhaenys Targaryen dió a luz a unos mellizos varones. El parto fue algo complicado pues dar a luz a dos varones no es nada difícil, pero ese no fue el problema, el problema fue que uno de ellos no se parecía al otro en absoluto.  

Aemon fue el único hijo de Rhaenys que no heredó los rasgos valyrios de su padre. Había heredado el cabello oscuro de su madre y abuela, no tenía los ojos púrpuras o lilas como los Targaryen en su caso los tenía marrones con toques verdes y para nada se parecía a su padre. 

En cambio Laenor se parecía a él, él sí había los rasgos valyrios, heredó el cabello blanco-plateado de su padre, los ojos morados y era digno de su padre.

Cuándo Aemon nació y el maestre lo vio hizo una pequeña mueca. Él no se parecía a un Velaryon o un Targaryen, sabía que en el momento en que Rhaenys lo diera a conocer en la corte todo el mundo hablaría. Sabía que todo el mundo lo tacharía de bastardo, sabía que sería juzgado toda su vida por no parecerse a su padre o que incluso el rey Jaehaerys lo podría condenar a muerte por el "error" de su madre.

—¿Qué pasá?—preguntó Rhaenys al ver que el maestre no decía nada y solo veía a su hijo.

El maestre se acercó a ella y le entregó al pequeño. Rhaenys sonrió cuando estuvo en sus brazos. Después de tanto tiempo de espera sus pequeños estaban con ella. Ellos eran el último recuerdo que tenía de su padre, pues la última vez que lo había visto fue antes de que se fuera a la guerra y le prohibiera ir con él. Le dijo que debía quedarse ahora que estaba en cinta, Corlys seguramente quisiera un hijo varón y que él quería ser abuelo.

Las puertas se abrieron y dejaron ver a Lord Corlys quien caminaba feliz hacia su esposa, pues le habían dado la noticia de que su esposa había dado a luz a dos varones. Cuando estuvo a su lado sonrió más al ver cómo ella sonreía mientras los mecía un poco.

—Mi Lord—dijo el maestre y este asintió.

—Dos niños, ¿eh?—bromeó Corlys.

—Al fin están aquí—sonrió Rhaenys—. Si él estuviera aquí ya los estaría cargando y paseando por todo el castillo.

—No tengo duda sobre ello. ¿Puedo?—pregunto.

—Claro.

Corlys se apresuró a cargar a uno de sus hijos.

—¿Ya tienen un nombre?—les preguntó el maestre.

—¿Qué te parece Laenor?—le preguntó Corlys a su esposa.

—Es perfecto.

—¿Y el otro?

—Aemon—respondió Rhaenys orgullosa, pues quería hacerle honor a su padre.

Corlys quiso cargar al otro bebé y cuando lo hizo su sonrisa se borró. ¿Era verdad lo que estaba viendo? El bebé que cargaba no se parecía a él, tenía el cabello oscuro como Rhaenys, pero aún no había abierto los ojos, al menos esperaba que los tuviera púrpuras o lilas como los demás. Y como si lo pidiera el pequeño Aemon abrió los ojos. Corlys se encontró con que el niño no tenía los ojos púrpuras o lilas, sino marrones con toques verdes.

—Rhaenys—la llamó—. ¿Qué... ¿Qué es esto? ¿Por qué este niño no se parece a mi?

—Él es tu hijo, Corlys—respondió obvia, pues era la verdad.

—No, él no es mi hijo. Él no se parece a mi. 

El corazón de Rhaenys se rompió al oír esas palabras. 

—¿¡Que estás diciendo!?—le reclamó Rhaenys—. ¡Él es tu hijo! ¡Ellos son tus hijos, tuyos y míos! 

—¡No, él no! ¡Laenor es mi único hijo! ¡Aemon es un bastardo!

Rhaenys a pesar de estar cansado por el parto no dudo en levantarse y darle una fuerte bofetada a Corlys. Ella no iba a permitir que su hijo fuera menospreciado.

—Lárgate—le pidió fuerte e imponente.

—¿Qué?

—¡Que te vayas! ¡No te necesito! ¡Vete! ¡Ellos son mis hijos y no voy a permitir que los trates así! ¡Dámelos!

Corlys sorprendido por las palabras de su esposa le dió a ambos niños y salió de la habitación. Rhaenys cerró los ojos y las lágrimas cayeron. ¿En Serio Corlys creía que Aemon era un bastardo? Ambos niños eran legítimos.

Ella nunca lo engañó, siempre fue él, él ansiaba tanto a un varón y ahora que se lo daba actuaba de esa forma. 

Las puertas de nuevo se abrieron, pero está vez no entró Corlys. Sino su tío Baelon, Rhaenys rápidamente secó las lágrimas y dió su mejor sonrisa a su tío. 

—Compermiso alteza—el maestre rápidamente salió dejando a tío y sobrina.

—Me acaban de decir que fueron dos niños.

—Si.

—¿Cómo se llaman?

—Laenor y Aemon. 

Baelon sonrió—Serán fuertes guerreros.

Y por más que intentó contenerse, ella lloró.

—El lo llamó bastardo.

Baelon rápidamente se acercó a su sobrina y la abrazó.

—¿Quién? ¿Quién fue? Dímelo  y ahora mismo lo mató.

—Corlys.

—Esa asquerosa serpiente.

—Tío Baelon ambos son de él, yo nunca...

—No necesito que me des explicaciones, te creó.

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—¡Él llamó a su hijo bastardo!—grito Baelon.

—Tiene razón en algo.

—¿Qué?

—Uno no se parece a él.

—Dime que no es cierto—Baelon tocó su cien—. ¿Es enserio? ¿Papá te estás escuchando?—Jaehaerys quedó en silencio—. ¿Cómo te atreves a llamarlo de esa forma? ¡De insultarla de esa forma! ¡Ella es nuestra futura reina! 

Jaehaerys guardó silencio, si le dijera la otra verdad que pasaría su hijo se alteraría más. 

Baelon camino hacia la puerta, pero antes de salir le dijo a su padre:

—Ambos son hijos de él. Rhaenys es nuestra futura reina así que será mejor que la respeten. Si alguien dice algo sobre Aemon no dudaré y las cabezas van a rodar. 

Oh, pobre Baelon ¿Quien le asegura que ella sería reina? Si los hombres y el reino no tuvieran miedo de que una mujer se sentará y gobernará, la historia hubiera sido diferente.

"El reino preferiría arder antes de ver a una mujer sentarse en el trono" 






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