Capítulo 5: El regreso de los príncipes

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"El regreso de los príncipes"








Siete años después.

El aire les golpeaba la cara mientras más se elevaban. Desde arriba todo se veía más pequeño, las personas del pueblo admiraban desde el suelo a la dragona que volaba, pero también admiraban a quienes la montaban. Rhaenyra Targaryen "la delicia del reino" y Laena Targaryen "la nueva princesa Targaryen"

—¿Crees que ya han vuelto?—preguntó Rhaenyra.

Laena soltó una risita, conocía a su prima desde que tenía memoria. Desde que Aemon y Daemon se habían ido de viaje hace algunos meses no sabían mucho de ellos o bueno de Daemon. Aemon enviaba una carta una vez por semana contándoles a su familia como iban las cosas en su viaje por las ciudades libres y como recorrían todo poniente. Laenor había sido invitado a ese viaje, pero el chico solo fue por un mes. Daemon había planeado ese viaje por el cumpleaños de los hermanos, pero al final solo uno de ellos se quedó con él.

Así como Laenor y Viserys estaban unidos de tío a sobrino.

Aemon y Daemon también. Daemon parecía comprender al joven Targaryen mejor que nadie.

—No lo sé, Nyra, Aunque es tiempo de bajar, ¿no?

Rhaenyra asintió y le ordenó a Syrax volver. La dragona obedeció y fue de nuevo a tierra. Laena y Rhaenyra bajaron de la dragona, pero antes de irse la acariciaron.

—¿Cómo está Sir Harrold?—preguntó Rhaenyra quitándose los guantes.

—Ahora mejor que ambas estén pisando tierra—respondió el guardia—. Un dia me van a matar del susto, no estoy tranquilo cuando ambas montan a la dragona.

Syrax soltó un gruñido un tanto molesta. Sir Harrold no se inmuto, pues el caballero ya estaba acostumbrado a los dragones.

Ambas princesas soltaron una risita y subieron al carruaje.

—Y más se va a asustar cuando Laena monte su propio dragón—dijo Rhaenyra feliz.

—Ya quiero tener mi propio dragón y tener carreras contigo en el aire.

—Pronto lo tendrás, Laena—le aseguró Rhaenyra.

El camino de regreso fue divertido, pues ambas princesas tenían un sin fin de conversaciones. Al llegar a la fortaleza roja, Rhaenyra se bajó rápidamente del carruaje.

—¿No te tomarías un baño antes?—le preguntó Laena mientras entrelaza su brazo con el de su prima.

—Quiero ver primero a mamá—respondió mientras subían los escalones.

Rhaenyra entró corriendo a la habitación en donde estaba su madre, había un montón de sirvientas alrededor de ella. Cada una asegurándose de que el bebe de la reina estuviera lo mejor posible, ¿pero, quien se aseguraba de que la reina estuviera lo mejor posible?

—Rhaenyra—dijo su madre—. Sabes que odio que vueles cuando estoy en esta condición.

—No te gusta que vuele en cualquier condición—respondió la princesa.

—Tía—saludo Laena.

—Buenos días cariño—respondió Aemma dulcemente.

—¿Pudiste dormir?—preguntó Rhaenyra.

—Lo hice.

—¿Cuánto tiempo?

—No necesito que me cuides, Rhaenyra.

—Bueno, todos aquí están centrados en la atención del bebe. Alguien tiene que atenderte a ti.

La reina miró con dulzura a su hija. Su única hija.

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