Capítulo 6: Dorado y negro

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Dorado y negro❞


El día fue eterno para Rhaenyra, lo más aburrido fueron sus clases con la septa. Ahí le enseñaban a bordar, cantar y comportarse como una "señorita". Eso era algo estupido a su parecer, si su bisabuelo Jaehaerys no hubiera tenido que aceptar el tratado de paz con la fe de los siete las clases de la septa no estarían en sus clases. Ella creía más en las catorce llamas de su lugar de origen: Valyria. La princesa deseaba con todas sus fuerzas ir al lugar en donde en verdad pertenecía.

Su padre quería crear una nueva Valyria por eso hacía su enorme maqueta. Él lo lograría, pero nunca se compararía con su hogar.

—Princesa.

—¿Si?

—Ya puede irse.

Rhaenyra la miró sin comprender, hace unos momentos hablaba de cómo bordar y ahora le daba la oportunidad de irse. Oportunidad que no desaprovecho, corrió por los pasillos tan rápido como pudo y fue a sus aposentos, una doncella estaba ahí preparando su traje de montar.

—Princesa su traje—se reverencio.

Rhaenyra se puso su traje tan rápido como pudo, le ordenó a su doncella peinarla con dos trenzas como las que solía llevar la reina Visenya. Al salir, se encontró con Aemon quien también ya traía su traje de montar.

—¿Lista?

—Si.

Ambos se tomaron de las manos y corrieron tan rápido hacia el carruaje que los esperaban para llevarlos a pozo dragón. Durante todo el camino las ansias de Rhaenyra estuvieron presentes. Apenas y el carruaje se detuvo bajaron tan rápido y fueron a montar sus dragones.

—¡El que pierda le debe al otro un pastel de limón!. ¡Nos vemos en la colina cerca del mar!.

—¡Corre Syrax, vuela tan rápido como puedas!

La dragona levantó sus alas y rápidamente voló siguiendo al otro dragón. Vaelys era un dragón macho, que crecia cada vez más con cada año, eclosiono del huevo que fue puesto en la cuna del príncipe Aemon, era de color negro, de cola larga y punteaguda, sus ojos eran de un violeta oscuro que transmitian terror con facilidad y sus alas provocaban grandes remolinos.

Muchos comenzaban a llamarlo el nuevo terror negro, pues lo comparaban con Balerion, quien habia tenido grandes jinetes como Aegon el conquistador. El dragón era muy leal a su jinete, pues habían compartido cuna. Era algo solitario y si había dragones que lo acompañaran solo eran Maelys, Caraxes, Bruma y Syrax.

Sobrevolaron las calles de Kings Landing llevandose miradas de la gente del pueblo, muchos niños gritaban felices al ver a los dos dragones, cada que la princesa salia a volar, los niños admiraban a su dragona.

En el cielo vieron dorado y negro.

Así los llamaron los niños del pueblo. Hicieron trucos, piruetas y lanzaron llamas ocasionales al aire, lo que hizo que los niños disfrutarán más del espectáculo. Tan pronto como acabaron retomaron la carrera. La primera en llegar fue Rhaenyra, tanto ella como su dragón celebraron su victoria, pronto vieron llegar a Aemon en su dragón.

—Apuestas, son apuestas—le dijo Rhaenyra con arrogancia.

Aemon sonrió.

—¡Oh, mi reina le suplico piedad! ¡Piedad para este pobre hombre!

—Solo tendrá piedad si has traído algo.

—¡Los dioses de la antigua Valyria me han salvado! Le he traído un regalo.

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