Capítulo 11 .- Por mí

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-¿Diana?-preguntó una voz conocida.

-¿Qu...é ha....ha...go aq...q...quí?-pregunté.

-!No te esfuerces!-exclamó- Bebe, te sentirás mejor-añadió.

-Gra..graci..as-musité.

Todo en mi cabeza es tan confuso, me da vuelta todo, siento calambres en el cerebro, me duelen los músculos y huesos. Estoy aturdida, ¿dónde estoy? ¿por qué estoy aquí?.

-Diana te dije que seas cuidadosa con la magia-aseveró.

Al unísono de esas palabras, empecé a recobrar la memoria, venía a descubrir la verdad.

-Si pero ¿porqué?, !responde Enrique!-grité.

-Hay cosas que es mejor no saber. Un sabio una vez dijo que las flores más hermosas crecen en situaciones menos esperadas-comentó.

¿Qué quiere decir con eso? ¿quién es sabio? ¿qué tiene que ver conmigo?

-No me vengas con adivinanzas, no entiendo, dime lo que deseo saber-dije.

-Aún no es hora-se limito a responder.

¡Otra vez! con eso, más puercos secretos, más misterios. Odio mi vida.

-Sino me dirás nada, al menos dime ¿qué hacemos en mi habitación?-pregunté.

-Tú eres la de los poderes-rió.

-!Aléjate de mí!-grité.

-Si esa es tu decisión, la aceptaré-comentó.

Y ahora se va así sin más. ¿Qué se cree? siempre el mismo prepotente, e inmaduro Enrique. Lo vi alejarse a través del umbral de la puerta.

-Pase lo que pase te amaré por siempre-dijo desde fuera, cerrando la puerta.

Sus palabras retumbaron en mí, subió a mi rostro un tinte carmesí, él me hizo tato daño en el pasado, me rompió el corazón en mil pedazos y ahora sus palabras me dejan tan... Mi corazón no entiende lo que mi cerebro ordena...  ¿A qué se refiere con pase lo que pase?...

Un momento, yo estaba con el insufrible de Gabriel, ¿cómo he llegado aquí?. De repente unos sonidos ensordecedores rompieron el hechizo  que Enrrique había puesto en mí.

-¡Ploom!-sonó algo en el primer piso de la casa.

¿Qué fue eso? ¿Iré a ver o no?

-¡Slam! !prum!-sonó otra vez algo fuertemente.

Ruido tras ruido venían, las cosas sonaban como si las lanzaran al suelo, como si rompieran cosas, estoy realmente asustada. ¿Dónde está Enrique?.

 Cinco minutos más tarde se había calmado todo de golpe, sea cual sea el motivo, ya no estaba más. No se si ir a revisar. Me tomé 4 minutos y 20 segundos en tomar valor para ir, corrí a coger un bate de béisbol que me regaló Mario a los doce años, que tenía guardado en el armario. Bajé las escaleras con sosobra.

-Umm, ¡ay! -escuché gemidos fuertes.

-¿Quién anda por ahí?-pregunté.

Espero que no sea Enrique, ¿esto era a lo que él hacía referencia?, ¡no puede morir!, no puede hablarme de amor y luego morir, no otra vez, me lastima el corazón. No me contó nada.

-¡Aquí debajo del mesón de la cocina!-gritó entre suspiros.

Corrí hasta ese lugar. No puedo creer lo que mis ojos ven.

-¿Enrique qué hiciste? ¿qué pasó?-pregunté absorta.

-Ven...ni...nían po..or tí..i-respondió.

-¿Quiénes? ¿se fueron? ¡dime algo!-grité.

-Lo sii...siento-dijo entre gemidos.

-Ni en el lecho de muerte dirás la verdad-lloré-No me puedes dejar sola, no puedes irte lejos de mí, no otra vez-grité.

-Es tar...arde pa..pa..ra m..i, bu...s...busca a..a Ma...ma..ri..mario-pronunció antes de perecer.

-¡No! ¡No te vayas! ¡por favor Enrique!, ¡no te mueras! ¡no!-lloré desconsoladamente sobre él.

¡No! esto no puede estar pasando, Enrique no merecía morir y menos por mí. Deben de dejar de protegerme, ni si quiera creo que pueda salvar a los dos mundos, gente inocente morirá a mi causa, tendré su sangre en mis manos...

Las lágrimas brotaban descontroladas de mis ojos cual fuente alpina. Un dolor tan agudo que me cortaba en dos. Es real esto o estoy en un profundo sueño al cual no he despertado.

-Pip pip pip-sonó algo dentro de la chaqueta de él.

¿Qué es ese sonido?. Abrí su chaqueta titubeante mientras sentía cómo se enfriaba el cuerpo de mi viejo amor tendido en el suelo, muerto y sin vida por mi causa..



Creciendo mediante el albaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora