-Disculpadme señorita, no os quería obsevar escondido, solo que no pude evitarlo, me he colado en vuestros dulces ojos-dijo un chico desconocido.
Me asusté tanto, que la sangre la sentía helada. No pude responder, parecía que en mí había caído hechizo alguno.
-¿Sois médium o bruja?-preguntó con tono preocupado mientras daba un paso hacia adelante.
-Hola, so...so...y... soy me...me...me...médium. ¿Quién eres tú?-dije casi sin aliento.
-Soy Sebastián, no pertenecéis al clan de Milano y mucho menos sois de estos lares ¿cierto?-preguntó.
-¿Porqué lo preguntas?-dije dubitativa, ya me tenía en jaque mate.
Mi corazón se detuvo por un momento; si era de la orden de Milano, sería mi fin. No soy buena mintiendo.
-Descuida, no os preguntaré nada si no queréis decidme cosa alguna e incluso guardaré vuestro secreto, ¿podríais deciros al menos vuestro bellísimo nombre?-dijo.
-Gracias, me alegra que entiendas. Disculpa que haya sido tan descortés, mi nombre es Diana-contesté.
Mi alma volvió en sí al escuchar eso. Este muchacho es tan educado, ¿de dónde será? ¿Cómo llegó aquí? ¿Gabriel le habrá informado mi llegada? , estoy paranoica, reí.
-Señorita Diana, permítame deciros lo que es evidente, sois luz, mire como iluminasteis esas tristes plantas, he observado como cobraban vida con vuestra presencia-dijo.
-Te equivocas Sebastián, la naturaleza sólo volvió a su forma natural-musité.
-Este jardín lleva muerto muchas décadas y con sólo vuestra presencia lograsteis revividlo-dijo entre risitas- Es evidente que sois especial, sé que no confiais en mí y sé que no sois de este plano-añadió.
-Me alegra saber que pienses eso de mí, más no es la realidad, te equivocas sólo soy un caso fortuito-dije-¿eres un sobreviviente?-añadí.
-No lo creo señorita. ¿Sobreviviente?, es un buen término pero yo prefiero definidlo como exiliado. Somos exiliados los que no estamos con Milano y obligados a escondernos-contestó.
-Al menos conmigo tienes un punto a tu favor ya que no eres de la orden de ese malvado, reí-comenté-Si no eres aliado de Milano, ¿cómo has sobrevivido a este tormento?-agregué.
-Con calma señorita, sois quien más oculta secretos; a medida que me digais cosas yo también os contaré. Mientras tanto ¿Os gustaría que os enseñe el resto de este entristecido pero mágico lugar? -preguntó bien animado.
-Me encantaría-murmuré con una gran sonrisa.
Sonreímos un largo tiempo.
´´Me encantaría´´, ¿eso dije? soné como toda una colegiala enamorada, después de Enrique no solía entablar una simple conversación con los chicos. Pero con él, me resultó tan fácil…
Por todos los lados en los cuales pasábamos, mágicamente se iba llenando de vida. Antes de ingresar a la biblioteca, paseamos por unas grandes praderas que en su inicio eran grises pero conforme avanzabamos, se tintaba de verde esperanza. Incluso pajaritos empezaron a acudir y trinar, a unos metros los peces en el riachuelo saltaban contentos y una onda eléctricamente mágica nos envolvía. Todo era perfecto, me dejé llevar nuevamente por la emoción y la descarga frenética que nos envolvía.
Hicimos una carrera hasta sentarnos bajo un inmenso sauce, y me dejo ganar, contemplamos el bello amanecer. Nos perdimos en el tiempo, las palabras dejaron de ser necesarias, él me miraba de una manera en la cual me hacía sentir especial; sus ojos hacían que me perdiera, sus labios provocaban una sensación extraña.
¡Alto!, debo concentrarme. Me levanté y como me dejó ganar le pedí la revancha, esta vez hasta el riachuelo ubicado a unos metros de nosotros, antes de que pudiera terminar de decir las típicas palabras de ´´en sus marcas, listos, fuera´´ él me empujó y salió corriendo mientras caía al suelo; logré incorporarme rápidamente; lo seguí para hacerle lo mismo, casi al alcanzarlo me resbale y caí sobre él; gracias a que la ubicación del riachuelo cuesta abajo de la gran pradera verde en la que nos hallábamos, terminamos rodando sobre ella. Al final terminamos uno sobre el otro.
No podía dejar de verlo y él tampoco apartaba su mirada de mí, una descarga eléctrica invadía mi ser, otra vez esa extraña sensación me envolvía; nuestros rostros se acercaron demasiado el uno del otro que pude fácilmente sentir su lenta respiración y sus acelerados latidos del corazón. Sus ojos y sus carnosos labios me atraían aún más; no entendía cómo este muchacho tenía ese poder en mí.
Lo había visto tan solo una vez, y logró hipnotizarme.. ¿Será que por su poder mágico, ha logrado cautivarme? ¿quién es él? ¿qué poder tiene? ¿cuántos y qué secretos ocultan sus ojos?...
Para mi suerte, un hermoso perrito de la raza french poodle llegó hasta donde estábamos impidiendo lo casi inevitable. Nos pusimos de pie, recuperando el aliento observé el tierno perrito que movía su rabito de lado a lado mostrando su alegría, divisé a pocos metros una niñita llorando al pensar que éramos de la orden de Milano y querríamos llevarnos su mascotita.
-Sebastián, llévale por favor el perrito a la niña-dije.
-¿Yo?-susurró.
-Sí tú, o ¿ves a otro Sebastián por aquí?-dije.
-De acuerdo mi lady, ya regreso,-rio.
-Sebastián gracias por ayudar a esa niñita-susurré.
-Diana ayudar a los demás es más importante que cualquier cosa en el mundo-respondió.
Sus palabras sonaron como cantos angelicales en mis oídos. ¿Dónde había estado este muchacho tan guapo y sincero todo este tiempo?
-Es hora de regresar-dije.
-¿Os he aburrido? ¿por qué quereis iros tan de repente?-preguntó.
-Debo irme por motivos de fuerza mayor mas no porque tú lo provoques-contesté.
-De acuerdo señorita Diana, no soy quien para obligadla a hacer algo que no sea de vuestro agrado. Lo que sí os diré es que las cosas no son lo que parecen, debéis tener cuidado en quien confiáis, vamos -dijo entre risas.
¡Qué tierno es!, quiere cuidarme, de eso estoy segura. Aunque la verdad no entendí la parte de que no todo es lo que parece, ¿a qué hará referencia?.
Sebastián se despidió de mí robándome un beso en la mejilla, lo que provocó en mí una gran explosión de sentimientos. Fue tan hermoso, mi corazón se aceleró tan rápido que podía tener facilmente un infarto.
Chasquee los dedos como me dijo Mario, nada, volví a hacerlo, otra vez nada. Después de una media hora y casi llorar Mario apareció.
-¿Dónde estabas? ¡Llevo chasqueando una media hora los dedos!-exigí furiosa.
-Discúlpame querida pero estaba resolviendo unos trámites-dijo serio.
-¿Podemos ir a casa ahora?, imagínate que Milano hubiera aparecido, ¡ya estuviera muerta!-le dije completamente enojada.
-Sí lo sé, disculpame mi chiqui, vámonos-dijo.
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Creciendo mediante el alba
Genç KurguSi todo en lo que crees es mentira, si lo que has vivido son puras iluciones, ¿Se es bueno para ser malo o se es malo para ser bueno? ¿En quién vas a confiar?....