Chapter seven, part III.

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━━━━ CAPÍTULO SIETE.

acto dos, parte tres.


❨BIRTHDAY PARTY,

FINAL PART.❩









( ── track; heaven, Isabel LaRosa.) → ¡básicamente obligatorio!











YA ERA COMPLETAMENTE COMÚN QUE ROSALIE Y ALICE LA ARRASTRARAN A LA HABITACIÓN PARA EMBELLECERLA SIN ELLA SABER QUE IBA A PASAR DESPUÉS. La fiesta de cumpleaños era toda una sorpresa, Olympia no tenía ni idea de que iba a ser, pues mientras ella estaba en su cita con Carlisle, el resto de la familia arreglaba todo para la noche. Le habían tapado los ojos apenas pasó por el umbral de la puerta principal, y la habían llevado a su habitación, la cual compartía con su prometido. El vestido que ella usaría estaba en una percha, envuelto en una bolsa negra para cuidarlo de daños, apoyado cuidadosamente encima del cubrecama beige, junto a los zapatos, que estaban en una caja y los accesorios, que se encontraban a su lado en una cajita. Todo guardado, sin poder echarle una miradita. Así había sido desde que entró a la familia; todo una sorpresa. Ella no se quejaba, las sorpresas nunca la decepcionaban, es más, sobrevolaban sus pocas expectativas. Así que ella solo se dejó ser, sentada en una silla enfrente del tocador, con el espejo tapado para que no pudiera ver nada.

Rosalie y Alice estaban en ropa de casa, lo normal en ellas, así que tampoco pudo sospechar cómo sería todo. Se movían de acá para allá, como si hubieran bailado esa misma canción durante años, como si flotaran suavemente. Podía sentir como Alice la peinaba y arreglaba su cabello, mientras las manos de Rosalie, pintadas de un verde esmeralda, se dió cuenta, tocaban su cara y pasaban diferentes productos en ella. El tiempo pasó volando, y ahora era mandada a vestirse.

Salió enfundada en un hermoso vestido blanco perlado, con finos breteles y de seda, aparentemente. Le llegaba hasta los tobillos y en los hombros, a medio camino, casi llegando a los codos, habían unas mangas que se abrían y caían. Traía tacones simples, del mismo color que el vestido, su anillo de compromiso y un collar a la clavícula, plateado con brillitos blancos en un engarzado hermoso, aretes de igual forma que apenas caían de sus lóbulos, con el conjunto de una única pulsera. Su cabello estaba recogido en un moño, con mechas onduladas sueltas en los costados de su rostro. El maquillaje no era nada extravagante, algo de brillo blanco cerca de los lagrimales, rimel, un pequeño delineado negro, algo de rubor en las mejillas y brillo labial.

(...)

Tres golpes en la puerta de su habitación y ella ya sabia quien era, no por realmente saber quién era, sino por sentirlo. Ella podía reconocerlo a distancia, incluso sin tener el don de Edward. Un suave "adelante" y la conocida cabellera rubia miel de Jasper se hizo presente. Rosalie y Alice la habían dejado sola sentada frente al tocador, y ella había estado observándose los últimos 10 minutos, esperando por aquella persona que la iba a escoltar hacia donde habían preparado todo. Rosalie había sido bastante clara con eso, no debía moverse o la sorpresa se arruinaría.

Y Olympia no quería arruinar aquello que ellos habían preparado con tanto esmero.

Lo primero que los ojos dorados de Jasper visualizaron fue a su madre sentada frente al tocador, enfundada en aquel vestido que Alice había comprado a las corridas mientras lo arrastraba de la mano por el centro comercial. Él recuerda no haberse quejado para nada, ni siquiera en su cabeza, pues sabía que valía la pena la carrera. Y vaya que tenía razón, Olympia lucía hermosa, casi como una deidad caída en desgracia, de aquellas que son expulsadas por nimiedades morales incorrectas al pensamiento de un dios superior e incoherente. De aquellos dioses en los que él había dejado de creer hace tiempo atrás, pero por ella... diablos, él la haría su única deidad. Así de absurda llegaba a ser su adoración. Nada romántico en realidad, más bien platónico, tal y como aquellas siluetas que sigues con la mirada pero son intangibles.

GUYS MY AGE, carlisle cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora