papá y el señor policia | Gialen

3

Agustin guardó su celular en su bolsillo nuevamente, faltaban tan solo cinco minutos para que la pequeña colorada saliera del jardín.

Se puso al frente del jardincito y comenzó a esperar
tranquilamente, de a poco iban llegando madres, padres, tíos y demás a buscar a los pequeños.

¿Por qué Agustin iba a retirar a
Tina de la escuela?

Simple, Valentin le mandó un mensaje (sí, consiguió el número del colorado después de algunas salidas) diciéndole si podía cuidarla esa tarde, ya que seguramente saldría de su trabajo a la noche y que no podría recogerla.

Obviamente el oficial de policía no se negó, ya que no podía negarse a algo pedido por parte del lindo colorado y tenía un gran cariño por la hija de este, no tenía problema.

Las puertas fueron abiertas y todos los nenes empezaron a salir.

Giay buscó con a mirada a la colorada y cuando la encontró le hizo unas señas con la mano para que fuera con él.

La pequeña ladeó su cabeza confundida, apretó más el agarre de sus manitos a las tiras de la mochila y fue corriendo hasta dónde estaba el morocho.

El mayor se agachó con los brazos abiertos para recibir en un abrazo a la pequeña niña quién sonreía alegremente.

—!Hola Aguss!—Lo saludó
apretando más su agarre en el cuello del más alto.

—Hola Valu.—Devolvió el saludo apretando suavecito la espalda de la menor.

—Agus, ¿y papi?—Preguntó luego se soltar su agarre para mirar con esos grandes ojos castaños al policía.

El policia sonrió tranquilo.

—Tiene que trabajar hasta tarde hoy, así que hoy vas a pasar la tarde conmigo peque.— Los ojitos de la colorada brillaron emocionados, iba a pasar la tarde con Agustin!, realmente le emocionaba.

—!Bueno!, ¿y qué vamos a il a hace ahora?

—Vamos a ir a mi casa así te preparo algo para comer, Y después vamos a tomar un helado, ¿querés?

—sí—Chilló alegre.

La colorada soltó una risita divertida, tomó la mochilita de violetta de la pequeña y se la puso al hombro.

Sujetó la manito de la menor y empezó a caminar junto con este en dirección a su casa.

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—Agustin , ¿a vos te gustan los dinosauios?— Le dijo la más pequeña lamiendo el helado de chocolate que tenía.

—Mmh, diría que sí. —Respondió intentando no reírse por la pronunciación de la menor.

—Yo teno un montón de dinosauios en mi casa, ite los muesto cuando vuelvas a il!

—Dale dale... mirá peque, tenés algo en el helado.

La más bajita lo miró curiosa.

—¿Qué cosa?—Preguntó inocente acercándole el helado al mayor, este no desaprovechó la oportunidad y sacó una cucharada del cucurucho.

—!Agus¡

Se quejó la pelirroja formando un pucherito con sus labios.

El morocho empezó a reír a más no poder, se disculpó con el infante y le dio de probar de su helado.

Luego de eso fueron un rato a la plaza, Giay se quedó sentado en un banco vigilando a la menor quién subía y bajaba una y otra vez del tobogán.

Muchas chicas se le acercaban para coquetearle y sacarle aunque sea una salida, él bastante incómodo las rechazaba una por una, porque cabe aclarar que su corazón ya le estaba perteneciendo al padre de la pequeña colorada a quien estaba cuidando.

Una castaña se sentó a su lado para sacarle conversación, este notablemente incómodo le respondía rápido o cortante, queriendo que la mujer se fuera.

—Agus Aguss!, ¿viste cómo me tilé yo solita?—Dijo la infante apoyando sus manitos en la pierna del oficial, este lo miró sonriendo.

—Si Valu, lo hiciste muy bien.

—¡Ay que linda! ¿es tu hija?

Y ahí vio la oportunidad perfecta para salir de una situación incómoda.

—No, es hija de mi novio, lo estoy cuidando porque él sale tarde del trabajo.

La chica lo miró con los ojos abiertos, asintió apenada y con una sonrisa avergonzada se despidió del morocho.

Bien, había salido de la situación incómoda, pero ahora tenía la mirada muy confundida de Valentina sobre él.

—¿Cómo que papi e tu novio Agus?

—No no Valu, era algo que le dije a la chica para que me dejara tranquilo, solo eso. —Contestó notablemente nervioso, la menor asintió insegura y volvió al tobogán.

Eran ya las 7:35 de la tarde, y después de pasar la mayoría de la tarde fuera con la pequeña colorada, decidió que era hora de regresar a su hogar.

Agustin estaba con Valentina sentados en la mesa del comedor ayudándolo con su tarea, le indicaba a dónde tenía que pintar cada dibujo hasta que sintió unos toques en su puerta.

Se levantó de su asiento yendo hacia esta para abrirla, viendo a Valentin con una media sonrisa, lo deslumbró notablemente nervioso.

—Hola Agus, vengo a buscar a Tina, Y en serio, muchísimas gracias por cuidarla.

No tuvo tiempo a responder ya que el colorado lo abrazó, él con una sonrisa de boludo aceptó su abrazo cruzando sus brazos en la cintura de este.

—iPapi!

—!Hola mi bebé!—Se despegó del cuerpo del azabache para abrazar a alzar su hija abrazándola.

Había extrañado a su pequeña rayito de sol tanto cómo la menor lo había extrañado a él.

La pequeña miró a su padre para hablarle.

—Papi, ino sabés lo que
dijo Agus hoy!

Y ahí fue cuando al más alto se le fue el aire y sus nervios empezaron a surgir.

—!Dijo que le gustan los dinosauios! se los voy a mostlal cuando vaya a la casa. —Comentó alegre la pelirroja en los brazos de su progenitor.

Giay pudo volver a respirar.

—Claro que sí mi amor, ya vamos a invitar a Agus de nuevo a la casa. —Respondió Valentin sonriendole a su pequeña.

Se despidió del oficial subiendo junto con su hija al auto, en
cuanto perdió al vehículo
perderse de su vista cerró la puerta.

Posó una mano sobre su pecho y largó un gran suspiro, si la menor le decía la otra cosa, se moría de la vergüenza ahí mismo.

Y aún más, se pegaba un tiro seguramente, total la pistola ya la tenía.

Sacudió su cabeza para dejar de pensar en boludeces y decidió subir a su habitación para irse a dormir, ya que mañana tenía que volver a hacer guardia en el jardín.