Jennie despertó desorientada cuando un súbito escalofrío le recorrió de arriba a abajo. La finca estaba tranquila, los animales en sus corrales y las cosechas protegidas así que no entendía muy bien que era lo que inquietaba tanto a su loba.
Poniéndose de pie apresuradamente, tomó su bata y la colocó sin cuidado sobre sus hombros. Se calzó las pantuflas como pudo y terminó por recoger todo su cabello en un moño.
Siguiendo sus instintos llegó a la habitación de los cachorritos y ahí estaba la gran revelación a su problema. Yeonjun se retorcía en el nido que su mamá le había construido tiempo atrás. El pequeño murmuraba entre sueños y apretaba sus manitos en puñitos cuando el sudor perlaba su frente.
No perdió tiempo antes de acercarse mientras liberaba feromonas en un intento de apaciguarle. Cuando se arrodilló a su lado, Yeonjun apenas entreabrió los ojitos, que para ese punto estaban a rebosar de lágrimas.
ㅡMami... ㅡsollozó a la vez que intentaba sentarse entre las mantas.
ㅡOh, mi cachorrito... ¿Qué sucede, bebé? ㅡlo tomó entre sus brazos y verificó lo que se veía de lejos. El alfita tenía fiebre.
ㅡDuele, mami, mucho ㅡcontinuó llorando con su carita enterrada en la fuente de aroma de la mayor.
ㅡ¿Dónde duele, Yeon? señala para mamá, ¿sí?
El pequeño, sin despegarse de su escondite, tocó con la punta de su dedo índice su garganta y luego un poco más abajo. Tosió sin poder evitarlo y el llanto incrementó en varios niveles.
Jennie no sabía que hacer. Hace tiempo que sus hijos no enfermaban, más que nada por estar en un espacio natural, con aire puro y comida de primera calidad y libre de pesticidas y agroquímicos. Sin embargo, cuando los síntomas se presentaban lo hacían de manera aguda y notable.
Se puso de pie cuando el llanto de Beomgyu también la tomó desprevenida. Con el mayor entre sus brazos y sintiendo sus piernitas abrazarse a su torso, se encaminó a la cuna y sobó de arriba a abajo sobre la barriguita.
Beomgyu extendía sus bracitos y clamaba por su calor pero se le era imposible tomar a los dos juntos. Cada vez estaban más grandes y uno de sus mayores miedo, el cual era nunca más poder volver a cargarlos, empezaba a materializarse.
Sintiendo que estaba a punto de ponerse a llorar como sus hijos, la presencia de su alfa se sintió en el cuarto.
Yeonjun empezó a gimotear y jadear con potencia cuando el aroma de su mamá le llegó a su irritada naricita. Lisa, sabiendo de sobra que las enfermedades de sus hijos muchas veces eran menos alarmante de lo que aparentaban, se acercó a su omega y le solicitó al niño. Jennie no dudó en entregárselo, y ahora con sus manos libres pudo cargar al menor de la casa.
ㅡYa, mi amor, mamá está aquí ㅡLisa lo meció de un lado al otro mientras lamía sus lágrimas y lo marcaba con su aromaㅡ ¿estás enfermito?
ㅡChi.
ㅡOh, mi vida... lamento oír eso. Mamá irá por ayuda y pronto estarás mejor, ¿sí? ㅡsusurró sintiendo como su hijo se relajaba bajo su toqueㅡ ¿Qué te duele, Yeon?
ㅡAquí ㅡseñaló su garganta.
ㅡAbre la boca, por favor, déjame ver qué sucede ㅡle indicó y cuando el cachorro lo hizo notó el conducto irritado y en una tonalidad rosa oscura y pequeños puntitos blancos. Probablemente amigdalitis en su primera etapa.
ㅡ¿Muy feo, mami?
ㅡNo, mi amor. Estarás bien. ¿Quieres ir al nido?
Yeonjun asintió cuando lo dejó en el suelo luego de besar su frente varias veces.
ㅡAmor, creo que es amigdalitis ㅡLisa se acercó a su omega, quien sostenía a Beomgyu entre sus brazos ya más calmadoㅡ le diré a Walter que venga a revisarlos, no podemos darles cualquier medicina.
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The family's farm | Jenlisa
Fiksi Penggemar↪Lisa y Jennie se conocieron años atrás en una circunstancia demasiado diferente a la de hoy en día. Sin embargo, ahora, siendo alfa y omega, se establecieron en una bonita granja a las afueras de la ciudad mientras cuidan de sus dos cachorritos. ¿...