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»encuentro.«

Coincidencia o reunión de dos o más personas o cosas en un mismo lugar.

Coincidencia o reunión de dos o más personas o cosas en un mismo lugar

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Nueva España | Año 1756

Teodora Villavicencio.

"—Teo, cariño, estoy segura de que tu padre tenía buenas razones para no estar aquí hoy."

Fue lo que dijo su madre el día anterior, tratando de consolarla. Era lo que decía cada año, en la misma fecha, dieciséis de enero: su cumpleaños.

Y aunque en años anteriores guardaba la esperanza de que su padre pudiera encontrar tiempo para estar con ella, finalmente había aprendido con el tiempo a no esperar demasiado de él.

—Señorita Teodora, su padre ha enviado un mensaje. Llegará de regreso al mediodía. —anunció un empleado.

Teodora asintió débilmente ante la noticia.

Al menos estarían juntos por un breve momento antes de que su padre desapareciera de nuevo en las responsabilidades y deberes que no podría ignorar.

El único deber que podía ignorar era el de ser padre.

El tiempo pasó con agonía, el reloj marcó el mediodía cuando finalmente lo vio llegar. Se encontraba entre el deseo de abrazarlo y la necesidad de expresar su descontento.

Lorenzo Villavicencio le sonrió, extendiendo sus brazos hacia ella, y Teodora finalmente se levantó, corriendo hacia él. Trató de encontrar consuelo en el abrazo de su padre, pero parecía imposible.

—¡Feliz cumpleaños, Teodora! —exclamó su padre, sosteniendo en sus manos una pequeña caja envuelta en papel dorado—. Lamento haber estado ausente en tu cumpleaños, querida.

—No importa, papá. —respondió, tratando de sonreír—. Estoy feliz de verte de nuevo.

—Parece que finalmente encontraste tiempo para pensar en tu hija. —intervino la madre de Teodora, con una voz molesta apenas audible.

Ambas sabían que los regalos de aquel hombre solo eran disculpas vacías por la ausencia constante.

Teodora ignoró el comentario de su madre y tomó la caja con fingido entusiasmo, había aprendido a no tener demasiadas expectativas con los regalos de su padre.

Sus dedos temblaron un poco cuando abrieron la caja, revelando un vestido elegante, similar a muchos que ya tenía.

—Es precioso, papá. Gracias. —murmuró Teodora, forzando una sonrisa mientras doblaba la prenda y la colocaba a un lado.

No fue el único, habían más regalos: libros, guantes, joyería y más vestidos. Nada interesante, pero todos recibidos con fingida felicidad y las mismas palabras de agradecimiento. Ninguno de ellos compensó el sentimiento de soledad.

Flores y Mantillas | Teochitl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora