«Aquí moriré, seguramente. Me siento estrecho en este rincón».
Las palabras del poema se repetían en su cabeza mientras procuraba atender su día a día. Se encontró pensando en ellas en cada momento libre fuera de las aulas, a la hora del desayuno o mientras caminaba de regreso a su departamento. El significado de las frases extranjeras se colaba a través de sus pensamientos y se adhería con fuerza a su cerebro, girando en círculos constantes, imperturbables.
En ese momento, mientras caminaba por uno de los senderos del Englischer Garten, iba dándole vueltas a una de las tantas frases que habían calado en su memoria: "ve a volar al cielo, libre para cantar". Viktor había dicho que era un regalo de su abuela, y eso era todo lo que lograba recordar. Hermione supuso que debía ser muy apegado a la mujer, y siendo así, lo más probable es que la elección del poema no fuera algo circunstancial; no, tenía que obedecer a algo más relevante, algún significado más profundo entre ambos.
Le entristecía pensar que algo tan bonito como el anhelo de libertad garabateado en el poema, una idea que debía significar algo importante para el Viktor real, ahora no fueran más que palabras escritas en un libro olvidado. Un recuerdo que alguien dejó atrás. Viktor no era libre para cantar, no mientras estuviera atrapado en un estado inconsciente entre dos mundos. ¿Acaso su alma no estaba muriendo ya, atrapada en una jaula sin sentido? Porque así se sentía a veces, como si fuera el testigo involuntario de la muerte de un alma que se niega a irse, pero que no cuenta con otra alternativa. ¿Así se sentiría morir? Hermione se preguntó si tal vez ella pasaría por lo mismo cuando llegara su hora, ¿deambularía por los lugares donde habitó? ¿Se negaría a reconocer su propia muerte? ¿Alguien podría ayudarla?
Ayudar.
Le hizo una promesa a Viktor de que lo haría, que encontraría la forma. Se sintió como algo que debía hacer, una especie de obra necesaria para quedar bien con su moral, pero el otro lado de sí misma —más escondido y mucho más egoísta— se negaba a la idea de no volver a verlo.
La idea era estúpida considerando todo lo que existía de por medio. Para comenzar, ella ni siquiera estaba segura de querer verlo en su espacio, pero su presencia —indeseada al principio— había dejado de sentirse de ese modo y las conversaciones que ambos mantenían, aunque extrañas, terminaron por llenar un vacío interno del cuál no se había preocupado antes.
Era agradable, de una manera extraña y retorcida.
Y no era sano de ninguna manera.
Necesitaba regresar a su cotidianidad con urgencia. Y para ello necesitaba alejarlo, seguir su propio camino lejos de la presencia intrusiva de un alma en pena o, como rezaba el libro, de un prizraci.
Fue por eso que comenzó a aceptar todas las invitaciones que sus compañeros propusieron, con el objetivo de despejar su mente de las ideas utópicas y extrañas que aparecían cada vez que el hombre en su departamento decidía volver a aparecerse, con sus ojos oscuros melancólicos mirándola desde cualquier esquina de la habitación.
O peor aún, cuando se inmiscuía en sus estudios, preguntando esto y lo otro y aportando sus propias opiniones sobre los temas que a ella le interesaban; porque entonces era fácil, demasiado fácil, olvidar en qué situación estaban, y ella podría perderse compartiendo teorías y pensamientos con alguien cuya relación estaba destinada a agotarse.
Hermione se sentía dichosa y culpable a partes iguales cada vez que terminaban una charla sustancial. Dichosa porque había alguien que escuchaba sus ideas o incluso podía debatir sus puntos, y culpable porque ese mismo alguien solo existía entre sus cuatro paredes y jamás saldría de allí. A ese ritmo, su propia salud mental estaría gravemente afectada hacia el final del año, y eso era algo que no podía permitirse bajo ningún concepto.
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Prizraci |Krumione|
FanfictionCuando Hermione se mudó a Alemania para estudiar y arrendó un departamento, lo último que esperaba era tener que compartirlo con el fantasma de un futbolista búlgaro que insiste en que él no está muerto. Basada en la comedia romántica Just like Heav...