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[Prizraci (folclore búlgaro): apariciones espectrales o fantasmas, asociadas a la idea de almas en pena o espíritus que buscan venganza o resolución de asuntos pendientes]


           Las puertas del ascensor se abrieron en el último piso del edificio para dar paso a un pasillo amplio, con pisos color caoba de aspecto acogedor.

Tres jóvenes salieron de la caja, arrastrando maletas voluminosas tras de sí.

 —¿En qué dirección? —preguntó el único hombre del grupo.

La castaña rizada a su lado indicó con la barbilla hacia la izquierda. Una tercera chica caminó detrás de ella, luchando con una maleta gris.

 —Hermione, ¿esto está lleno de libros? —Cuestionó—. Porque me cuesta mucho creer que tu ropa pese tanto.

La castaña se rio en voz alta, empujando el bolso sobre su hombro mientras echaba a andar detrás del hombre de cabello oscuro en dirección a la puerta ya señalada.

 —Por supuesto. Necesito tener mis libros a mano si quiero consultar algo importante. Estoy aquí para aprender, después de todo.

La mujer sonrió, poniendo los ojos en blanco en broma mientras la seguía.

 —No esperaba otra cosa.

   El departamento era bonito. Agradable, según su propia descripción. Ocupaba el frontis izquierdo de un tranquilo edificio justo en frente de un parque con enormes árboles. Los muebles estaban bien cuidados y eran funcionales, lo que lo hacía perfecto para su estadía de medio año en el extranjero.

 La primera vez que Hermione lo vio, supo que era el lugar ideal; parecía perfecto para ella. Sin embargo, lo más sorprendente era el precio de alquiler, significativamente más bajo que el mercado actual. Aunque le pareció extraño considerando la locación y características del lugar, no podía dejar pasar la oportunidad y firmó el contrato de arrendamiento por los seis meses que duraría su estadía en la ciudad alemana.

 Había estado en Munich el año anterior como asistente a la Conferencia sobre Educación Infantil en su rol de activista por la educación de las niñas. El evento estaba plagado de grandes personalidades e ideas brillantes que la habían convencido de volver al país a tomar un curso especializado. Sin duda, Alemania estaba un paso por delante de Inglaterra en materia de educación, y ella esperaba empaparse de todo ese conocimiento con el objetivo de mejorar el sistema educativo de su nación.

   Con las maletas en el centro de la sala, los tres jóvenes dejaron vagar los ojos alrededor del lugar. Las ventanas eran amplias y daban una vista directa a las copas verdes de los árboles del parque al otro lado de la calle. El sofá era grande y parecía cómodo, y la pared de la sala estaba coronada por una majestuosa chimenea que se llevaba todos los puntos. Hermione pensó que era perfecta para el clima otoñal; ya podía imaginarse acurrucada en el sofá con una manta sobre los pies descalzos, una taza de té en la mesa, la chimenea encendida y un tomo grueso entre las manos mientras su cerebro asimilaba información. Parecía un sueño ideal.

 —Es bonito —declaró la mujer. Sus ojos rasgados pasearon por los muebles limpios y la pequeña cocina abierta—. Pensé que escogerías algo más barato.

 —Eso es lo mejor —la rizada se rio, echando a andar hacia el centro de la sala antes de dejarse caer sentada sobre el amplio sillón—. El alquiler me resultó muy económico.

   Unas horas después, con todas sus cosas desempacadas y la mayoría de ellas ordenadas, Hermione se paró en medio de la cocina en busca de copas para celebrar su futura estadía alemana. Se puso de puntillas para alcanzar lo estantes altos, frunciendo el ceño ante la acción al pensar en la diferencia de altura con los dueños anteriores.

Prizraci |Krumione|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora