VII

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       Acceder al Klinikum Rechts der Isar en calidad de visita no era una tarea fácil, y Hermione lo supuso. La clínica era una de las mejores valoradas del país y su paciente no era otro que un futbolista famoso por derecho propio al que seguramente muchos medios habrían tratado de llegar sin éxito. No por nada su familia mantenía su ubicación fuera de la prensa.

   Se preparó mentalmente para contar cualquier historia creíble que le permitiera —aunque fuera un vistazo— de Viktor, aun cuando las posibilidades eran escasas a su favor. Dándose valor a sí misma, se encaminó hacia la clínica con un objetivo en mente: lograr que el alma a su lado pudiera reencontrarse con su cuerpo. Tal vez, si Viktor pudiera regresar físicamente a su cuerpo lograría despertar. Era una posibilidad que estaba ansiosa por poner a prueba; después de todo ese era el único plan "coherente" que se le ocurría.

 Era una posibilidad que estaba ansiosa por poner a prueba; después de todo ese era el único plan "coherente" que se le ocurría

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    Hermione caminó con falsa seguridad hacia el mesón de la recepción. Una mujer mayor con un moño rubio atado sobre la coronilla la miró, esperando su consulta.

Rezando por sonar segura y sin temblores en su acento, la saludó.

 —Vengo a visitar a un paciente —pidió.

 La mujer apenas parpadeó.

 —¿Nombre?

 —Viktor Krum.

 Escudriñó su semblante en caso de algún reconocimiento, pero no hubo ninguno aparente. La recepcionista tecleó con rapidez en la computadora y Hermione se apoyó con sutileza sobre el mesón, en un ángulo que le permitiera tener una vista de la pantalla de búsqueda.

Vio desplegarse una ventana impoluta de lo que supuso serían las fichas clínicas. El nombre tecleado saltó a primera plana junto al número de pasillo y habitación. Había otros datos que a ella no le interesaban en ese momento, asegurándose de memorizar los dos primeros.

 Desvió la mirada y fingió concentrarse en otra cosa cuando la mujer se volvió hacia ella.

 —Lo siento. El señor Krum tiene visitas restringidas, así que a menos que compruebe ser un familiar no puedo dejarla entrar.

Hermione se desinfló, a pesar de que esperaba una situación así. Respiró hondo para calmar la decepción. A su lado, Viktor torció los labios en una mueca.

 —Solo soy una amiga cercana —mintió a medias—, pero lo entiendo. Muchas gracias por su tiempo.

   La decepción era patente en ambos cuando se alejaron de recepción. Hermione sentía que era un desperdicio de oportunidad estar tan cerca de conseguirlo y verse obligados a retroceder solo por un problema burocrático. Por supuesto que entendía —y agradecía, en cierta parte— el profesionalismo del lugar, pero ahora mismo ese profesionalismo se interponía en sus planes.

Viktor se veía tan frustrado como ella misma se sentía.

 —¿Y ahora?

 —Se me ocurrirá algo —le aseguró, mordiéndose la uña del pulgar.

Prizraci |Krumione|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora