IX (Final)

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     Hermione se sentó en las tablas del piso, frente a la ventana. Las maletas de mudanza estaban apiladas a un costado de la puerta; Ana había venido temprano a ayudarla con todo el proceso de empacado, y para quedarse también con parte de su despensa. Lo único que le pertenecía dentro de ese departamento ahora eran dichas maletas y el bolso de mano que en esos momentos estaba en el piso, a sus pies.

 Las yemas de sus dedos resbalaron por la portada del libro que equilibraba sobre las rodillas, trazaron las letras extranjeras y el nombre de su propietario, despidiéndose del recuerdo. Lo dejaría en el mismo lugar donde lo había encontrado, descansando sobre la cómoda manta de lana como si fuera un tesoro apreciado. Y lo era, ciertamente.

  Revisó su teléfono, desplazándose por las redes sociales. 

 Viktor Krum continuaba siendo noticia. Su milagroso despertar, hace poco más de un mes, había atraído a todos los medios locales, saturando las noticias con el suceso. Hermione había visto la corta entrevista que su hermana —compartían el mismo color de ojos— ofreciera a los medios, agradeciendo la gestión del hospital en el tratamiento de su hermano y al apoyo de la comunidad. Numerosos rostros deportivos hicieron eco de la noticia, todos expresando alivio por tener al futbolista de regreso.

 El mismo Viktor había aparecido en un vídeo también, hace apenas unos días, saludando desde su país natal en agradecimiento a todos aquellos que se habían preocupado por él y dando a entender que ya se encontraba recuperado del todo. "Estoy feliz de estar de regreso con mi familia. Entiendo que los preocupé mucho y agradezco el apoyo que todos ustedes me han demostrado. No creo que regrese al fútbol, al menos no como antes, pero hay muchas otras cosas a las que quiero dedicarme".

 Hermione había mirado ese video en bucle, deteniendo sus ojos en la sonrisa blanca y las cejas pobladas en un rostro que se veía real, tangible.

 Krum había regresado a su vida, el mundo seguía girando y ella continuó por su propio camino. Como predijo Luna, él no recordaba nada, y ella no cumplió la promesa de buscarlo. ¿Para qué? Su vida ya era lo suficientemente ocupada, y ella ni siquiera tenía planes en ese país. Se iría en un par de días y todo el encuentro con un prizraci no será nada más que eso: un simple recuerdo que dejaría morir en su memoria. No valía la pena enredarse más con ello.

Era ridículo quedarse atascada en un deseo imposible, en promesas vacías de algo que nunca fue. Lo extrañaba, y era más doloroso de lo que imaginó, pero era el camino más lógico para seguir.

Cuando Cho había dicho que deseaba que ella conociera a alguien de seguro no se estaba refiriendo a esto.


   Esa noche, tirada en medio de la amplia cama con la certeza de que era la única ocupante del departamento y con todas sus posesiones empacadas y selladas, se sintió más sola que nunca. Como si no fuera más que una espora levitando en el vacío que no le pertenecía: todo a su alrededor era de él, y de alguna forma el saberlo solo lo hacía más doloroso. Viktor volvería a su hogar, probablemente, y nunca sabría quién había estado usando sus cosas. Dormiría en esa misma cama y jamás pensaría en ella, porque para él no existía. Llenaría los estantes con sus propios libros y seguiría adelante con una vida donde Hermione Granger no tenía cabida.

 Maldijo la forma patética a la que se había reducido por esa experiencia. Suspirando por alguien que no la recordaba, já. Se pasó el dorso de la mano con brusquedad por las comisuras de los ojos, acabando de un manotazo con el indicio de lágrimas absurdas.

Se iría al día siguiente, volvería al carril de su vida y ese lugar era lo último que compartiría con alguien que pudo haber sido lo mejor que le ocurriera en su estadía. 

Prizraci |Krumione|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora