Prólogo

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Esta es la historia de una chica normal, que vive su vida normal, con sus amigas normales, padres normales y novio normal, nada que destacar. Pero todo esto cambiaría un día que decidí acompañar a mi amiga a un concierto y lo conocía él. Que hizo que mi normalidad se convirtiera en pura adrenalina.

Nuevas experiencias, nuevas personas, nuevos horizontes, nuevos deseos... Todo para dejarme caer desde la cima el éxtasis.

Todo comenzó un lunes, porque todo empieza los lunes, yo iba a la universidad con Laura, mi amiga y vecina de toda la vida. Otro día que me levantaba tarde a pesar de tener 100 alarmas cada 5 minutos, y otro día que me tendría que comprar el desayuno porque no me daba tiempo de comer nada. Por suerte mi madre conociéndome, como todas la madres, me dejó dinero y una nota que decía: "La próxima vez levántate a tiempo". Cogí el dinero y salí de mi casa y Laura me estaba esperándome en la puerta. 

Laura llevaba una falda vaquera negra con una camisa blanca entremetida solo de un lado, y unas converses. En comparación yo llevaba una blusa azul que me puse ayer con una vaqueros blancos largos, que tenían una pequeña mancha y unas sandalias marrones.

- Otra vez que te levantas tarde, ¿verdad?- me dijo Laura mientras se señalaba el pelo. Saqué el teléfono y sin encenderlo vi como mi pelo era un total desastre.

- Dime que tienes un peine o un cepillo en el bolso.- Medio le supliqué a mi amiga. Por suerte Laura es muy organizada y previsora y tenía un cepillo de bolsillo, que ya me había salvado la vida más de una vez. Me peiné como buenamente pude de camino a la estación de tren.

Cuando llegamos al andén aquello era una odisea, a ver quien conseguía entrar de una pieza en el tren sin perder el bolso ni ninguna extremidad en el proceso. Una vez salimos de aquella lata de sardinas fuimos a clase para disfrutar de una maravillosa clase de termodinámica, de la cual no íbamos a prestar ninguna atención. 

En la puerta de la clase estaban Sonia, Lucía, Clara y Marina esperándonos. Comenzó la clase y en la tablet me llegó un Whatsapp de nuestro grupo con una captura del parchís y un código. No sabía si unirme porque siempre perdía pero todo era mejor que escuchar a Eulógia hablar de energía.

- La próxima vez te vas a enterar - decía Sonia mientras salíamos de clase para ir a la cafetería - esta vez ha sido porque Eulógia me ha preguntado no sé que de la entropía y eso.

- "Entropía y eso" dice una futura química - recalcaba Clara.

- Pequeños detalles sin importancia Clara.- Le contestó Sonia.

- ¿Alguna viene conmigo al concierto de Alexis?- preguntó Marina esperando que alguna le contestáramos afirmativamente. Pero es que sus gustos era muy raros, ese tal Alexis cantaba una mezcal rara de rock, reguetón y tecno, que no sonaba del todo bien. Todas nos quedamos calladas.- Ven conmigo Alicia por favor.

Mierda no podía decirle que no a su carita, además sabiendo que ella siempre me ayudaba con los apuntes. Tuve que decir que sí.

- ¿Cuándo es el concierto?- pregunté mientras me ponía una tostada y un café con leche.

-  Esta noche.- Casi se me cae el café.

-¿ Y ahora me lo dices?

- Es que me iba a acompañar mi hermana pero se ha levantado con fiebre y no va a poder venir, mi madre nos lleva y nos recoge. A las 8 vamos a tu casa.

El resto del día pasó sin mucho más, clases interminables y partidas de parchís que ponían a prueba nuestra amistad. Llegué a mi casa y comencé a pasar apuntes a limpio hasta que dieron las 6, que comencé a arreglarme. Mientras estaba en la ducha seguía sin saber que ponerme, al final opté por unos vaqueros negros rotos, un top plateado y unas converses. Me hice una coleta alta con dos menchoncitos sueltos a los lados de la cara y un maquillaje muy discreto.

Dieron las 8 y la madre de Marina ya estaba en mi puerta. Fuimos y después de 1 hora pudimos entrar al concierto. Eran entradas en pista por lo que, como esta mañana en el tren, me sentí como una sardina. Entre salto y salto acabé llena de algo que esperaba que fuera solo refresco y algo de alcohol.

- Eh, tú, me has tirado el cubata, gilipollas.- Un grandullón que me sacaba una cabeza comenzó a gritarme, tenía pinta de estar completamente borracho. Comencé a mirar a los lados pero no veía a Marina por ningún lado y me empecé a poner nerviosa.

- Perdona, no te he visto.

- Ni perdona, ni pollas.

- Te pago otro- dije mientras buscaba en mi riñonera el monedero.

- No quiero tu mierda dinero, quiero mi cubata- dijo levantando cada vez más la voz y una mano. Con miedo de que me pegara me encogí un poco.

- Venga Juan relájate, yo de doy el mío- dijo una voz que salía de detrás de mí. Un chico peli negro con los lados y la parte de atrás rapada, con unos vaqueros negros,  una chupa de cuero y un piercing en el labio le ponía un brazo por encima al grandullón y le daba su vaso de plástico.

- Me debes una, mariposita- dijo mientras se perdía con el otro chico entre la muchedumbre. Lo que no sabía que ese cubata iba a ser el comienzo de todo.


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⏰ Última actualización: Oct 15 ⏰

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