Una semana después
La vida de Hongjoong seguía a su ritmo habitual. Trabajo. Estudio. Universidad. Pasantía. Repite eso todos los días, sacando alguna que otra cosa a la ecuación, dependiendo el día de la semana.
Bueno, está bien, no tan habitual.
Las cosas desde ese domingo, no habían sido las mismas para Hongjoong en lo más mínimo.
Cuando Seonghwa había salido tras él, y al alcanzarlo, y verlo a los ojos, supo que debía dejar a Hongjoong en paz, quedarse con él, y tratarlo como algo frágil, no era la mejor idea que en ese momento pudiera ocurrírsele. Hongjoong estaba lastimado, y su personalidad requería, en estos casos, espacio y sosiego. De lo contrario podría ser más perjudicial, que beneficioso.
Pero eso no implaba que Seonghwa no estuviese preocupado por su amigo, así que al día siguiente, bien entrada la noche, y todos los días de la semana, no parara de mandarle mensajes a cada rato. Al principio para saber cómo se encontraba, recibiendo un monosílabo de –bien- de Hongjoong, y cuando se aburrió de eso, empezó con cosas triviales, solo para mantener una conversación, y tratar de alguna manera de no dejarlo solo, o por lo menos tratar de hacer que se sienta acompañado. Y aunque, también a eso le contestaba con una sola palabra, o un emoji, los mensajes de Seonghwa nunca desistieron.
También había estado recibiendo mensajes de San, y de Yeosang, los cuales procedió con el mismo método que aplicaba con Seonghwa.
Amaba a sus amigos, realmente lo hacía, y apreciaba sus esfuerzos, pero no quería saber nada, de nadie.
No quería verlos. Ni escucharlos. O que lo vieran con compasión. O peor aún, que hicieran como si nada hubiese ocurrido, llenando y tensándolo el ambiente de incomodidad.
Y también necesitaba su espacio. Necesitaba estar aislado de la gente, y de su cacofonía de voces, y de ruidos.
Pero tenía cosas que hacer. Lugares en los que estar. No podía simplemente aislarse del mundo como a él le hubiese encantado hacer.
Y aunque, deseaba envolverse en un caparazón, e invernar como un oso, para reponer sus fuerzas, y sacar ese vacío que había anidado cómodamente en su interior, la vida diaria lo llamaba a gritos. Y lamentablemente, no podía ser ignorada.
Así que siguió para adelante, como un hombre maduro, con obligaciones que debían ser cumplidas.
Así que... Trabajo. Estudio. Universidad. Pasantía. Repite eso todos los días, sacando alguna que otra cosa a la ecuación, dependiendo el día de la semana.
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El fin de semana había llegado, y el celular de Hongjoong estaba que explotaba de mensajes de whatsapp, y de llamadas perdidas.
Ahora no solo de aquellos tres individuos persistentes, sino que también de otros tres del grupo de amigos.
Al principio solo los ignoro, dejando el celular sobre la superficie de la mesa de la cocina, con la pantalla hacia abajo, lejos de él.
Tenía la intensión de pasar estos dos días con su propia compañía. Sin que nadie le respirara en la nuca. O le hablara, y él tuviera que fingir un mínimo de interés.
Se consoló sabiendo que el mundo, seguía girando sin él.
Pero al parecer sus amigos pensaban completamente distinto.
Acostado en el sofá con la televisión encendida, y con una película reproduciéndose en la pantalla. El tratamiento de ignorar, ignorar, ignorar, se le fue escapando entre los dedos con cada sonido de notificación que salía de ese maldito aparato, y la pequeña molestia fue creciendo, transformándose en irritación.
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Derribando muros
Любовные романыWooyoung ha resguardado su corazón para no enamorarse de nadie, con demasiados muros, demasiado fuertes, demasiado tiempo para que cualquiera pueda traspasarlos. Pero no contaba con que Hongjoong sin apenas intentarlo, los derrumbara poco a poco, u...